sábado, 20 de agosto de 2011

CAPÍTULO 39


CAPÍTULO XXXIX









SAN CAYETANO


El comandante Olmedo (Arturo Carmona) observa con atención como el doctor termina de vendar el hombro de Mauricio (Fernando Colunga), quien se hallaba sentado en la camilla sin mostrar el menor signo de sufrimiento. Sin lugar a dudas, la entereza de aquel hombre era digna de admiración; había insistido en que le quitaran la bala sin sedación, ya que consideraba que ser anestesiado para entrar a quirófano cuando la bala no había alcanzado ningún órgano principal, resultaba una pérdida de tiempo.
Su esposa Regina (Michelle Vargas) permanecía sentada a su lado observando también con atención la tarea del doctor, todavía con el susto en el cuerpo.


-Ha tenido usted mucha suerte, señor Galván… la herida ha entrado limpiamente, sin dañar ningún nervio – le informa el doctor.


-Eso es porque su atacante no pretendía matarlo, sino darle un toque de atención… - añade León cruzándose de brazos. – Es una práctica muy común entre los delincuentes de la zona para obligar  a sus competidores de que se aparten de su camino.


-¿Me está diciendo que alguien mandó que le dispararan como advertencia? – pregunta Regina aturdida.


-Así es, mucho me temo que le debe de estar tocando la moral a alguien con muy pocos escrúpulos, señor Galván… - afirma León.


-Es la historia de mi vida – replica Mauricio con una mezcla de sorna y amargura.


-No bromees con esto… es algo muy serio, esos hombres han perdido completamente el norte – afirma Regina preocupada.


-Vamos a llegar hasta el fondo de este asunto, pierdan cuidado… gracias a su esposa, tenemos la descripción del vehículo y la matrícula, así que me pondré manos a la obra… - dice León – ahora descanse, señor Galván… y si ven algo sospechoso o descubren alguna información relevante no duden en avisarme – se despide antes de salir de la estancia.


-Bien, señor Galván… esto ya está, deberá usar este cabestrillo al menos durante una semana, para mantener el hombro inmovilizado mientras cicatriza… aunque dada la cantidad de sangre que ha perdido sería conveniente que pasara aquí la… - comienza a decir el doctor, pero es interrumpido por Mauricio quien se levanta con dificultad de la camilla.


-Estoy perfectamente, no es necesario que me quede doctor – replica alcanzando la camisa que se hallaba sobre una silla.


-¡Por Dios, Mauricio, no seas cabezota! Acaban de darte un balazo, ¡haz el favor de hacerle caso al doctor! – le reclama Regina enojada.


-Hace falta mucho más que un balazo en el hombro para retenerme en una cama – replica Mauricio tratando de colocarse la camisa.


-Está bien, no voy a obligarlo si no quiere quedarse… pero por favor, procure no hacer esfuerzos con el brazo si no quiere que le queden secuelas o se infecte la herida  – le sugiere en doctor con resignación.


-No se preocupe doctor, yo me encargo – asegura Regina, el doctor asiente no muy convencido antes de salir de allí. Regina se acerca a Mauricio para quitarle la camisa de las manos – trae acá, yo te ayudo… eres imposible – le recrimina mientras le comienza a colocar la camisa por el brazo sano.

Siente la cercanía de su rostro cuando se echa hacia delante para pasarle la camisa por encima del brazo en cabestrillo. Mantiene la mirada fija en los botones, tratando de concentrarse en la labor para no pensar en la horrible sensación de pavor que le había oprimido el pecho cuando lo vio tendido en el suelo, cubierto de sangre. 


-¿Cómo sigue tu mamá? – pregunta Mauricio desviando la atención hacia otro tema, visiblemente incómodo con el repentino silencio.


-Tan imposible como tú – responde Regina sin siquiera mirarlo. – Listo – añade dando un paso atrás para apartarse de él. Lo mira durante unos momentos, insegura. – Será mejor que nos vayamos para la casona, para que así descanses – añade dándole la espalda con cierto nerviosismo para recoger su bolso.


- Espera… - Mauricio la agarra por el brazo para voltearla hacia él, para obligarla a mirarlo con los ojos brillantes por la emoción que trataba de contener. – Todo va a estar bien… - afirma Mauricio en un susurro.


-No, Mauricio… ya nada va a estar bien… ¡casi te matan hace un rato! – exclama Regina conmocionada. – Y no tienes idea el miedo que sentí cuando vi que te disparaban – confiesa con pesar.


-Lamento haberte asustado, te juro que no fue mi intención – dice Mauricio con calma. Regina chista con sorna.


-Acabas de hablar igual que Saúl… creo que no tienen idea de lo mucho que se parecen en algunos aspectos – afirma Regina restándole importancia con la mano.


-Regina, haz el favor de no compararme con ese desgraciado – le reclama Mauricio entre dientes, disgustado.


-Entonces deja de comportarte como él – replica Regina alzando el mentón con orgullo. – Pero ya… no tengo ganas de discutir… mejor ya vámonos, ¿sí? – propone.


-¿No vas a quedarte con tu mamá? – pregunta Mauricio.


-¿Para qué? ¿Para que me siga reclamando y chantajeando? No, gracias… ya he llenado mi cupo por estos días – responde con soltura mientras se coloca el bolso, le tiende la mano a Mauricio – las llaves del carro – le pide brindándole su mejor cara de niña buena.  Mauricio no puede evitar sonreír con levemente mientras rebusca las llaves en su bolsillo para entregárselas.


-Espero que no conduzcas mi carro igual que el coche golf – le advierte divertido.


-Idiota – murmura Regina mirándolo con los ojos achinados al tiempo que agarra las llaves – si tanto miedo te da venir conmigo, puedes pedirle a algún mulero que te acerque – añade burlonamente antes de salir de la habitación.



LA PODEROSA



Camila (Ana Serradilla) escudriña a Malena (Tania Vázquez) con la mirada, mientras espera, con cierta impaciencia;  a que termine de comerse el plato de fruta que Modesta le había preparado.


-¿Se puede saber qué tanto me miras? – pregunta Malena incómoda, sin dejar de comer.


-Lo bien que has recuperado el apetito, me alegra saber que has decidido dejar de auto compadecerte – responde  Camila cruzándose de brazos y apoyándose contra el respaldo.


-Comprendí que Regina y tú teníais razón, no ganaba nada con encerrarme en el cuarto a llorar – asegura Malena con inocencia, encogiéndose de hombros.


-Así que decidiste tratar de buscarle alguna solución a tu problema, ¿me equivoco? – pregunta Camila mirándola con curiosidad.


-Sí, eso es lo que estoy tratando de hacer – responde Malena saboreando un pedazo de fruta.


-¿Entonces debo entender que el teatrito que presencié a mi llegada es parte de esa solución? – pregunta Camila achinando los ojos.


-No sé de que me estás hablando – Malena carraspea incómoda, mientras pincha con el tenedor otro pedazo de fruta.


-¡Ay Male, no te hagas! ¿Qué es lo que hacías tan abrazadita a Fabián cuando llegué?  - insiste Camila molesta.


-No es nada de lo que piensas… yo solo… pues quería consolarlo por la boda de Regina… - argumenta Malena con fingida convicción.


-Claro… y yo nací ayer… - replica Camila irónicamente. - No estarás intentando cargarle el niño a Fabián, ¿verdad Malena? – insiste.


-¿Y qué si lo hago? Después de todo, ya no es el prometido de Regina  y si ella se casó con otro será porque ya no le interesa, ¿no? – se defiende Malena, restándole importancia.


-¡Por Dios Malena! ¡Estás hablando de atrapar al ex prometido de tu mejor amiga para que cargue con un niño que no es suyo! – exclama Camila escandalizada. - ¿Acaso te volviste loca? Eso no está bien, ni siquiera Fabián se merece algo así – añade.


-¿Y qué quieres que haga? ¿Que me presente ante mi madre y le diga que voy a ser madre soltera? En ese caso estaría muerta antes de que terminara el día… muerta o comprometida con algún vejestorio de los amigos de mi papá – replica Malena, alzando la voz.


-¿Por qué mejor no le plantas cara a tus papás de una buena vez como hizo Regina? – pregunta Camila molesta.


-Sí, y mira como le fue… ahí la tienes, bien fregada – replica Malena – quizás este niño me sirva para lograr mi ansiada independencia… pero para eso necesito presentarle a mis papás un padre que puedan aceptar y Fabián es el mejor candidato que tengo a mano… - asegura mientras se incorpora dispuesta a  irse del comedor.


-¿Y qué pasa si yo le cuento a Fabián tus planes? – Malena se detiene abruptamente al escuchar las palabras de Camila, voltea lentamente para encararla.


-Si lo haces, aborto al bebé y asunto resuelto – afirma Malena con calma antes de salir de allí como si nada hubiera ocurrido.


Camila observa durante unos segundos la puerta por la que acababa de salir su amiga, parpadea totalmente anonadada por su cinismo, no podía más que sentirse totalmente ofendida por su chantaje emocional.


-¿Pero qué demonios le pasa a la gente en este lugar caray? – se pregunta totalmente indignada.




LAS GAVIOTAS




Tira el fajo de billetes sobre el escritorio con desdén mientras aspira con sumo gusto su puro habano.


-Aquí tienes lo prometido – asegura Ícaro (Roberto Ballesteros). – Puedes contarlo, si es que sabes… - afirma burlonamente.


-No me tenga en tan bajo concepto patroncito… - replica el Yuca (Alberto Salaberry) mientras agarra el fajo de billetes. – Igual se sorprendería de las cosas que sé hacer – asegura.


-No me interesa saberlo… - afirma Ícaro con una sonrisa ladina – lo único que me importa es que me cumplas con lo que te mando, como bien hiciste esta tarde con ese desgraciado de Mauricio Galván – añade.


-¿Cree que servirá algo el avisó que le mandó? – pregunta el Yuca.


-Sinceramente, lo dudo… pero nunca está de más hacerle un poquito de daño – responde Ícaro divertido.


-¿Y no creen que van a sospechar de usted? – insiste el Yuca.


-Por eso ni te preocupes… que ya tengo pensado a quien colgarle el muertito – responde Ícaro – Y ahora lárgate, desaparécete por unos días y deshazte del carro… ya te avisaré cuando te vuelva a necesitar – le ordena con desdén mientras se acomoda en su sillón.


-Como mande patrón – dice el Yuca entre dientes, antes de salir por la puerta, donde se cruza con Amadora.


-Patrón, lo busca don Perico – anuncia apurada.


-Buenas tardes señor Sanromán… lamento presentarme sin avisar – se excusa Perico (René Casados) irrumpiendo en la estancia.


Ícaro chasquea los dientes tratando de contener su malestar por la inoportuna interrupción. Se incorpora lentamente tratando de mostrarle la más cordial de sus sonrisas mientras se acerca a él.


-Querido Perico, ya sabe que usted siempre es bien recibido en esta hacienda… - afirma con falsa cortesía.


-Gracias por la confianza… pero… ¿quién era el hombre ese que acaba de salir de aquí? Su cara me resulta conocida… - pregunta Perico intrigado.


-Solamente un vulgar peón buscando trabajo… - responde Ícaro posando la mano en la espalda de Perico. – Pero vayamos a la sala, le ordenaré a Amadora que nos sirva unos tequilitas y así platicamos con calma del asunto que lo trae aquí – añade llevándolo hacia la sala.


-Sí, claro… quizás unos tequilitas sea lo que necesito en estos momentos… - añade con cierta frustración en sus palabras.


-Claro que sí… con unos tequilitas encima, todo se ve de diferente manera… - asegura Ícaro  mientras los dos hombres salen del despacho.


SAN CAYETANO


Llevaba largo rato tratando de dormir, inútilmente; ya que la sola idea de saber a su hija casada con aquel hombre la alteraba, robándole la escasa tranquilidad que podrían brindarle los ansiolíticos.
De pronto escucha la puerta abrirse a sus espaldas.


-Si vienes a tratar de convencerme de nuevo, pierdes tu tiempo… - asegura Cecilia (María Sorté) con desgana.


-Tengo entendido que es usted la madre de Regina Montesinos, señora, ¿me equivoco? – pregunta una voz desconocida para ella. Se incorpora en la cama para conocer la identidad de su visitante.


-Sí, así es… ¿quién es usted? – pregunta intrigada al encontrarse con una muchacha bella y altiva, vestida con un camisón de la clínica.


-Yo soy Aura Hidalgo señora… y creo que usted y yo deberíamos hablar de un asunto que nos concierne – responde Aura (Mariana Seoane) cerrando la puerta tras de sí.




LA PODEROSA



Mauricio (Fernando Colunga) cierra la puerta de la recamara tras de sí; comienza a deshacerse de la camisa con dificultad. En aquel momento necesitaba estar solo para tratar de aclarar sus ideas, tenía una ligera sospecha de quien le había mandado aquel mensajito, aunque bien se había guardado de compartir con Regina sus sospechas acerca de la implicación de su hermano.
Se deshace de los pantalones y el dichoso cabestrillo antes de entrar al baño, necesitaba sumergirse en una buena tina de agua caliente, para tratar de aliviar la tensión que le agarrotaba el cuerpo.


Regina (Michelle Vargas) entra en la recamara minutos más tarde, no sin antes prometerle a unas preocupadas Camila y Modesta que más tarde les contaría lo sucedido con todo detalle.
Observa incomodada las prendas y el cabestrillo de Mauricio por el suelo; tal y como sospechaba, se había ido directo a tomar un baño.
Llama a la puerta del baño.


-Mauricio soy yo… solo espero que, por tu bien, tengas bien cubierto el vendaje – lo regaña.


-Puedes entrar a comprobarlo si quieres – escucha desde el otro lado de la puerta.


-¡Será patán! – exclama Regina disgustada. Otra vez estaba jugando con ella, seguro que la creía incapaz de entrar allí. Con seguridad abre la puerta del baño y entra para encontrarse con el hermoso cuerpo de Mauricio tendido en la tina rodeado de espuma, con los brazos apoyados en las esquinas de la misma y la cabeza echada hacia atrás, y tal y como sospechaba, no se había dignado a cuidar el vendaje, el cual estaba ya empapado y comenzaba a mancharse de sangre. -¡Lo sabía, tendría que haberle propuesto al doctor que te atara a la cama de la clínica! – exclama enojada.


-Por favor, no empieces… estoy tratando de reposar, tal como me dijo el doctor – protesta Mauricio con pereza, sin abrir los ojos.


-Pues podrías intentar reposar sin forzar la herida, para variar – lo reprende Regina abriendo el mueble del baño en busca del botiquín.


-Solo es un rasguño… tengo la piel muy dura, no tardará nada en sanar por sí sola – asegura Mauricio.


-Si tienes la piel tan dura como la cabeza, no lo pongo en duda – asegura Regina mientras agarra varias gasas y el yodo. – Será mejor que te apresures a salir de la tina, para cambiarte el vendaje cuanto antes – añade.


-Así que tienes pensado jugar a las enfermeras conmigo… - insinúa Mauricio con picardía.


-¿Es que ni siquiera herido vas a dejar de mortificarme? – pregunta Regina irritada. Mauricio sonríe lánguidamente mientras se hunde un poco más en la bañera, la sonrisa da paso a una mueca de dolor en cuanto mueve el brazo. - ¡Si es que eres un bruto! – le reclama ella acercándose a él para agacharse al lado de la tina y revisarle la herida. – Así nunca lograrás que se te cierre la herida, déjame ver – añade.


-No es necesario, está bien – replica Mauricio incómodo.


-¡Está bien, como quieras! Patán  desagradecido – exclama Regina enojada incorporándose bruscamente. De pronto siente como los zapatos se resbalan con la espuma que se había caído de la tina y a pesar de que trata por todos los medios de mantener el equilibrio, termina por caerse en la bañera, encima de Mauricio. - ¡Maldición! – exclama ella fastidiada, cubierta completamente de espuma. Mauricio la observa durante unos instantes sorprendido antes de romper a reír a carcajadas.


-Si lo que querías era bañarte conmigo, podrías habérmelo pedido… no hacía falta que te tiraras vestida – bromea Mauricio entre risas.


-Eres un creído, ¿lo sabías? – replica Regina molesta apartándose la espuma de la cara para poder verlo con claridad. A pesar de su enojo no podía evitar sentirse embriagada por su risa, esa risa sincera y profunda, la misma que recordaba del viejo Mauricio.


-Si es que sigues siendo una auténtica calamidad – afirma Mauricio tratando de sofocar la risa.


-Y tú sigues siendo un payaso… por mucho que te hagas el finolis – replica Regina cruzándose de brazos, haciendo un puchero.


-Ven aquí – dice Mauricio agarrándola por la nuca para atraer su rostro hasta el suyo – eres una loquita – le susurra antes de reclamar sus labios en un intenso beso.


-Mauricio… tu brazo… - protesta Regina tratando de separarse de él.


-Deja el brazo descansar… el médico le dio reposo – replica Mauricio contra sus labios mientras la acerca más contra su cuerpo, ella se acomoda sobre su regazo colocándose a horcajadas mientras enreda sus manos entre el cabello de él, intensificando el beso.


-¡Mauricio! – de pronto escuchan la voz de Miguel Ángel (Luis Roberto Guzmán) proveniente de la recámara.


Regina se separa de él como impulsada como un resorte.


-¿No sabes de la existencia de los cerrojos? – pregunta Mauricio entre dientes, visiblemente importunado.


-Nunca hasta ahora he necesitado de ningún cerrojo en mi recámara – replica Regina saliendo de la bañera.


-Nunca hasta ahora has estado casada, princesita – añade Mauricio con sorna incorporándose. Regina siente repentinamente la boca seca al ver el escultural cuerpo de su esposo cubierto de espuma.


-Será mejor que te cubras – dice nerviosa lanzándole la toalla antes de salir del baño apurada.



-¿Es que a ti no te enseñaron a llamar a las puertas antes de entrar? Ya te dije que mi Regis… - comienza a reclamarle Camila (Ana Serradilla) a Miguel Ángel, pero de pronto sus palabras se congelan en su garganta en cuanto ve salir a Regina del baño completamente empapada y llena de espuma. –Órale mi Regis, ¿es que acaso habéis hecho una guerra de espuma ahí adentro? – pregunta totalmente desconcertada.


Regina carraspea incómoda; se había puesto tan nerviosa al ver a Mauricio de nuevo desnudo que ni se había acordado de su aspecto, el cual debía de ser un poema a juzgar por las caras de asombro de Camila y Miguel Ángel.


-Este… lo cierto es que… - comienza a decir Regina, con torpeza.


-Lo cierto es que acabáis de interrumpir nuestra hora del baño – la interrumpe Mauricio saliendo del baño solo cubierto con la toalla anudada en la cintura.


La mandíbula de Camila amenaza con desencajarse de la sorpresa.


-Lamento la interrupción… no sabía... – se disculpa Miguel Ángel, un tanto zozobrado.


-¡Miguel Ángel, ya me cansé de esperar en la sala! ¿Qué es lo que…? – Morelia (Ana Claudia Talancón) entra en la estancia y se detiene bruscamente al contemplar el panorama. -¡Oh, vaya, parece que hemos interrumpido algo importante! – se excusa con inocencia.


-Sí… eso parece – alcanza a decir Camila, interrogando a Regina con la mirada, quien se limita a encogerse de hombros.


-¡Morelia, qué gusto volver a verte! – exclama Mauricio sonriendo mientras se acerca a ella para auparla en un cariñoso abrazo.


-Yo también me alegro de verte… aunque hubiera preferido que fuera en otras circunstancias – asegura Morelia estrechándolo entres sus brazos con fuerza. - ¿Cómo está ese brazo? – pregunta separándose para observar el hombro, frunce el entrecejo al ver el vendaje empapado y manchado de lo que parecía sangre – No tiene buen aspecto… - añade.


-Eso mismo le dije yo… pero es un cabezota… no hace caso – afirma Regina molesta. Morelia se separa de Mauricio para fijar su atención en Regina, comenzando a escrutarla con curiosidad.


-¿Así que tú eres la famosa Regina? – pregunta acercándose a ella.


-Sí… la misma… - responde Regina un tanto incómoda por su escrutinio.


-¡Al fin te conozco!- exclama Morelia mostrando una radiante sonrisa antes de abrazarla con fuerza. – Yo soy Morelia… la novia de Miguel Ángel, Mauricio es como un hermano para mí… y estoy segura de que llegaré a apreciarte como una hermana a ti también – afirma entusiasmada.


-Oh, muchas gracias… yo también espero que nos llevemos bien – responde Regina sintiéndose un poco incómoda con el sorpresivo abrazo.


-Este… Mauricio, me gustaría hablar contigo de varios asuntos pendientes, en cuanto estés más… presentable – interviene Miguel Ángel, carraspeando incómodo.


-Sí, mejor dejemos que los esposos se cambien, mientras tanto les voy a preparar un asado delicioso para que cenemos todos juntos en amor y compañía – anuncia Morelia sonriendo, se vuelve para agarrar a Camila de la mano – tú podrías ayudarme, ¿qué te parece? – pregunta.


-Yo… este… no soy muy buena cocinera… - trata de excusarse Camila.


-No te preocupes… yo te enseño – insiste Morelia tirando de ella hacia la puerta. Miguel Ángel sale detrás de ellas cerrando la puerta tras de sí, dejándolos nuevamente solos, envueltos en un tenso silencio.


-Será mejor que te cambie ese vendaje – se apresura a decir Regina antes de entrar al baño por el botiquín.



SAN CAYETANO



Cecilia (María Sorté) rebusca en su bolso con manos temblorosas hasta dar con su celular. Aquel lugar la asfixiaba, necesitaba salir de allí cuanto antes, sobretodo después de la reveladora conversación que había tenido con aquella mujer que decía ser la antigua novia de Mauricio.


-¿Bueno? – escuchar la seguridad de su voz al otro lado del teléfono logra apaciguar su alma atormentada durante unos instantes.


-Higinio… habla Cecilia… - responde ella, con voz temblorosa.


-Cecilia… ¿Dónde estás? ¿Qué es lo que ocurre? – pregunta Higinio (Humberto Zurita) preocupado.


-Ay Higinio… necesito tu ayuda, sé que solo puedo confiar en ti en estos momentos – responde Cecilia angustiada.


-Claro… sabes que puedes contar contigo… pero, ¿qué sucede?


-Higinio, necesito que mandes a por mí a San Cayetano… es un asunto de vida o muerte que salga de aquí cuanto antes – responde Cecilia suplicante.


-¿Qué es lo que haces ahí, Cecilia? ¿Es que acaso sucede algo con Regina?  - pregunta Higinio cada vez más preocupado.


-Solo sácame de aquí, ¿sí? Mañana te contaré con calma… - insiste Cecilia – pero necesito que vayas haciendo algo por mí… quiero que mandes a investigar a Mauricio Galván – añade con firmeza. Necesitaba conocer todos los



LA PODEROSA



-¿Y bien? ¿Qué es lo que me quieres decir? – pregunta Mauricio (Fernando Colunga) con calma, entrando en el despacho, seguido de Miguel Ángel.


-He estado al pendiente del estado de Nereida, tal y como me pediste – anuncia Miguel Ángel (Luis Roberto Guzmán) cerrando la puerta tras de sí. – Hace un par de días que despertó y los médicos creen que se repondrá del todo, solo que le llevará algún tiempo – añade.


Mauricio se sitúa frente a la ventana, para observar el paisaje nocturno. No podía negar que aquella noticia lo aliviaba en gran medida. Con Nereida de nuevo despierta, al fin podría aclarar aquellas dudas que lo acosaban desde aquella noche que se enteró de su aborto en el hospital.


-Gracias por estar al pendiente – murmura Mauricio, dándole la espalda.


-¿Qué es lo que vas a hacer? Tengo entendido que van a trasladarla al distrito federal en un par de días… - pregunta Miguel Ángel, intrigado.


-Haré lo que tengo que hacer… - responde Mauricio con la mirada perdida en los campos que años atrás habían sido testigos de aquel amor intenso y apasionado que había destruido su vida.




A la mañana siguiente…



El brusco impacto de una mano sobre su cara la aparta termina por despertarla bruscamente. Se incorpora en la cama lentamente, tardando unos segundos en ubicarse. Aquella no era su habitación y todavía llevaba puesta la ropa del día anterior.
Chasquea la lengua disgustada al percatarse de lo sucedido, ella y Camila se habían quedado dormidas mientras le contaba con pelos y señales todo lo sucedido con Mauricio durante su luna de miel y el posterior balazo, en la habitación de Camila.

Se levanta de la cama con cuidado, procurando no despertar a su amiga, quien parecía sumida en un placentero sueño a juzgar por la sonrisa bobalicona que tenía grabada en su rostro.
Se dirige a su recamara con premura, esperando encontrarse allí a Mauricio; por alguna razón no quería que él pensara que había sido premeditado el hecho de que durmiera en otra cama aquella noche. A pesar del inmenso abismo que los separaba, quería estar cerca de él. Había sentido un miedo espantoso al verlo tendido en el suelo después del disparo, el solo hecho de pensar que podrían haberlo matado la aterraba, en esos momentos no podía concebir su mundo sin Mauricio Galván.

En cuanto entra en la recamara, no puede evitar sorprenderse al encontrar allí a Modesta (Ana Martín) haciendo las labores de limpieza.


-Buenos días niña… ¿qué tal pasó la noche? – pregunta la buena mujer con una sonrisa forzada.


-Modesta… ¿dónde está mi esposo? – pregunta Regina directamente, por la expresión de la mujer, bien podría decir que algo sucedía.


-Su esposo salió esta mañana bien temprano, niña… me mandó a decirle que no regresará hasta mañana o pasado… - responde Modesta con un suspiro de resignación.



Regina aferra el pomo de la puerta con fuerza, no hacía falta que nadie le dijera a donde había ido su esposo.  Una punzada de dolor se instala en su pecho ante la certeza de saberlo con aquella mujer.





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