CAPÍTULO II
Regina (Michelle Vargas) sale del restaurante alterada, al fin le había gritado a Fabián todo lo que tenía guardado. Y lo peor de todo es que ella lo quería, o eso creía, lo quería a pesar de que para él no parecía ser lo suficientemente importante. Extrañaba al Fabián de antes, el que la había enamorado, el hombre atento y divertido que había sido al principio de su relación; pero ya nada quedaba de aquello y todo se había reducido a una aburrida rutina, sin emoción.
Está tan inmersa en sus pensamientos que cruza la calle apurada sin antes mirar. De pronto el sonido de un claxon la saca de su ensimismamiento y observa aterrada como un carro está apunto de arrollarla, cierra los ojos esperando el trágico desenlace, puesto que ya no había nada más que hacer, el coche ya estaba encima.
Vuelve a abrir los ojos al escuchar el brusco frenazo, y observa que el carro había logrado detenerse a escasos centímetros. Se queda paralizada, temblando como una hoja mientras la gente que paseaba en ese momento por la calle comienza a acercarse con preocupación. El conductor del carro por su parte, desciende del mismo y se acerca a ella alterado.
-¿Qué pasó está loca? ¿Es que no le enseñaron a mirar antes de cruzar? Es usted una demente – le grita furioso. Regina alza la mirada para ver al hombre que había estado a punto de arrollarla todavía aturdida. Su mirada la alteraba sobremanera, y una extraña sensación recorría su agitado cuerpo. Se quedó pasmada observando su atractivo rostro y sus cabellos oscuros, un poco largos para su gusto. Contempló al hombre que tenía en frente a ella y notó algo en él que le resultaba familiar, como si lo conociera de toda la vida.
Regina no puede apartar su mirada del hombre que había estado a punto de atropellarla, profundamente turbada. Mientras que él la mira a su vez, visiblemente enojado. La voz de Fabián (Carlos Ponce) rompe la magia del momento, se acerca a Regina corriendo con el rostro desfigurado por la preocupación.
-¡Regina, mi amor! ¿Estás bien? – pregunta preocupado al tiempo que la estrecha entre sus brazos. Regina lo mira, todavía aturdida y asiente con la cabeza. Él toma su rostro entre las manos y la mira de arriba abajo para comprobar si está bien ante la atenta mirada del hombre. – No tienes idea del susto que me diste, ¿cómo se te ocurre salir de ese modo del restauran? – añade apurado mientras la revisa. Una vez hubo comprobado que Regina estaba bien, se dirige al hombre.
-Es usted un animal, un loco. ¿Cómo puede manejar de esa manera? ¡Ha estado a punto de arrollarla! – le grita encolerizado. El hombre le muestra una cínica sonrisa.
-Aquí la única que ha perdido la cordura me temo que es la señorita, se ha echado a la carretera sin mirar, dé gracias a que los frenos de mi carro son de lo mejorcito que hay en el mercado, porque de lo contrario ahora estaríamos lamentando una desgracia – dice Mauricio (Fernando Colunga) sin perder la calma, aumentando la furia de Fabián.
-¿Se cree muy listillo verdad? – Pregunta Fabián enojado – por lo menos discúlpese con la señorita – añade.
-Yo no tengo nada de qué disculparme – responde Mauricio – y ahora hagan el favor de sacarse de el medio, porque tengo más cosas que hacer que soportar a dos histéricos – añade dirigiéndose al auto.
-¡Maldito infeliz! – exclama Fabián dispuesto a seguirlo para arreglar el asunto como hombres. Pero Regina se apresura a agarrarlo del brazo para detenerlo.
-¡Fabián por favor, déjalo! – exclama angustiada. Fabián la mira.
-Pero… - comienza a protestar.
-Pero nada, por favor… vámonos, ¿sí? – pregunta suplicante. Fabián observa con rabia como Mauricio arranca el auto y se aleja a toda velocidad sin que él pueda hacer nada. Mira a Regina.
-¿Ves lo que provocas con tus numeritos? – pregunta Fabián enojado. Regina se cruza de brazos y lo mira enojada.
-Muchas gracias por tu preocupación, y ahora ahí te quedas. Tengo que buscar un taxi – dice Regina y comienza a alejarse. Fabián decide seguirla.
-Ya bájale Regina, volvamos al restauran y te llevo a casa – dice.
-No, gracias. Se me ha pasado el hambre – dice ella sin detenerse. Fabián se detiene y la observa alejarse con impotencia. Definitivamente el carácter de su futura esposa iba a ser un inconveniente una vez estuviesen casados.
Al día siguiente…
Cecilia (María Sorté) cuelga el teléfono todavía tratando de asimilar lo que había escuchado al otro lado del hilo telefónico, el temor y la preocupación se reflejan en su rostro. Hacía demasiado tiempo que no tenía noticias del que fuera su suegro, y se había hecho a la grata idea de que él se había desentendido de su familia para siempre, pero parecía haber cambiado de opinión, don Bernardo quería ver a sus nietos de inmediato, era lo único que le había dicho Modesta.
Regina (Michelle Vargas) bajaba las escaleras en ese momento y se acerca a su madre para saludarla.
-Buenos días mamá – la saluda con un beso en la mejilla. -¿Ocurre algo? – pregunta preocupada, al ver el semblante serio de su madre. Cecilia la mira indecisa, no le hacía ninguna gracia que sus hijos regresaran a aquel lugar, pero sabía que ellos nunca le perdonarían su silencio.
-Llamaron de “La Poderosa ”, vuestro abuelo quiere veros – responde al fin. Regina la mira impactada. Hacía muchos años que no veía a su abuelo, desde que se fueran de la hacienda para no volver, casi catorce años atrás. Ya casi no tenía recuerdos de su vida en “La Poderosa ”, es más, había olvidado completamente su existencia hasta ese momento.
-¿Y para qué quiere vernos después de tantos años? – pregunta al fin, intrigada. Cecilia se encoge de hombros.
-No lo sé, hija, no lo sé – responde Cecilia con resignación. Regina la mira alarmada.
-¿Será que el abuelo se está muriendo? – pregunta angustiada.
CONSTRUCTORA MOLINA
Saúl (Eduardo Santamarina) leía el diario, tratando de mantenerse sereno, en la sala de espera de la constructora del licenciado Molina. Sabía de buena mano que esa mañana el licenciado tenía prevista una reunión con su misterioso socio, que todavía nadie conocía; pero desconocía la hora a la que tendría lugar. Saúl miró su reloj y dejó el diario sobre la mesa con cierta violencia, ante la disimulada mirada de la secretaria.
-Ya le dije que el licenciado no lo podría atender hasta dentro de una hora, y menos sin haber avisado de su visita – dice la mujer.
-Y yo ya le dije que no me importaba esperar – replica Saúl molesto. Se acerca a la mesa y se inclina sobre la secretaria, apoyando las manos sobre el escritorio, intimidando a la mujer. – Dígame una cosa, ¿está reunido con su socio cierto? – pregunta deleitando a la mujer con una amable sonrisa. La mujer traga saliva con dificultad, era evidente que aquel hombre le resultaba tremendamente atractivo, era un verdadero festín para sus ojos tenerlo tan cerca. Lo mira embriagada al tiempo que asiente con la cabeza. Él sonríe satisfecho y se incorpora para dirigirse a la puerta del despacho.
-Espere, ¿a dónde va? – Pregunta la secretaria incorporándose – usted no puede, señor Montesinos, señor… - se acerca a él desesperada, tratando de impedirle la entrada, pero Saúl la esquiva con suma facilidad y abre la puerta del despacho, haciendo que los dos hombres que se encontraban dentro se incorporaran alertados por la intromisión.
-¡Señor Montesinos, como osa entrar así en mi despacho! – exclama el licenciado enojado. Pero Saúl parece no darse cuenta de su pregunta, ya que tiene la mirada fija en su acompañante, como si hubiera visto un fantasma.
-¿Tú? – pregunta al fin, con rabia contenida. Mauricio (Fernando Colunga) lo mira desafiante, con una burlona sonrisa en sus labios. Sabía que tarde o temprano Saúl descubriría que él era el misterioso socio del licenciado Molina y estaba preparado para ello. Estaba disfrutando enormemente de ese momento en ese instante, solo el ver la cara de Saúl al descubrir la verdad merecía el dinero que había invertido en esa constructora.
-Vaya, señor Montesinos, veo que con el tiempo ha perdido la compostura que lo caracterizaba – dice Mauricio con un deje de burla en su voz.
-Así que eras tú, tú estabas detrás de todo este complot, debería haberlo sospechado… aunque como iba a creer que un pelafustán como tú pudiera llegar a gozar de una buena situación económica – dice Saúl con frialdad.
-Créame si le digo que mi situación es mucho mejor que buena – dice Mauricio. Si las miradas pudiesen matar, en aquel momento dos hombres yacerían en el suelo.
El licenciado y su secretaria intercambian miradas de incertidumbre, todo parecía indicar que esos dos hombres se conocían desde antes, y no solo eso, era evidente que se detestaban.
-Señores, lamento interrumpirlos, pero… - comienza a decir el licenciado.
-No se preocupe licenciado, yo ya me iba. Llámeme si necesita algo – dice Mauricio sin dejar de mantenerle la fría mirada a Saúl. Se acerca a la puerta – atienda al señor Montesinos, el pobre parece estar… desesperado por hablar con usted – añade con burla. – Y con respecto a usted, señor Montesinos, hasta la próxima – le dice. Saúl se ríe sin humor.
-Por lo que a mí respecta, espero no volver a cruzármelo en la vida – dice Saúl iracundo.
-Lamento no poder complacerlo, me temo que a partir de ahora nuestros caminos se cruzarán más a menudo de lo que me gustaría – dice Mauricio.
Saúl se acerca a él, encarándolo, amenazante.
-No te cruces en mi camino desgraciado, porque si no te juro por lo más sagrado que no descansaré hasta destruirte – le dice con furia. Mauricio se ríe y le da unas palmaditas en el hombro.
-Inténtelo, pero me temo que esta vez no le será tan sencillo – dice Mauricio, mira a su socio haciéndole una inclinación con la cabeza a modo de despedida y sale del despacho, seguido por la secretaria. Saúl apuña la mano con rabia mientras lo mira alejarse. Todo el odio, que creía enterrado, había regresado con más fuerza todavía. Mauricio Galván era el ser que más despreciaba en esta vida, y ahora regresaba a su vida como si de una pesadilla se tratase.
MANSIÓN SOTOMAYOR
Fabián (Carlos Ponce) baja las escaleras apurado, terminando de abotonarse las mangas de la camisa. Otra vez se había quedado dormido y llegaba tarde a la agencia, y todo por culpa de la mala nochecita que había pasado debido a la escenita de Regina. Desde luego su novia era de lo más infantil; si no fuera porque sabía que era lo mejor para todos, se lo habría pensado dos veces antes de iniciar una relación con una muchachita tan loca e inmadura.
Se acerca al perchero para alcanzar su chaqueta; agarra su maletín dispuesto a salir a toda prisa cuando la puerta de la biblioteca se abre.
-¿Otra vez tarde Fabián? – pregunta Higinio (Humberto Zurrita) escrutándolo con la mirada.
-Papá, no sabía que estabas aquí – responde Fabián con cierta incomodidad. – Disculpa la demora, pero es que no he pasado buena noche… te juro que no volverá a pasar – añade.
-Eso dijiste la última vez – dice Higinio acercándose a él. Apoya las manos sobre sus hombros – hijo, eres un excelente publicista, pero te falta disciplina… y no se puede dirigir una empresa como la nuestra sin disciplina – añade.
-¿Qué estás tratando de decirme? – pregunta Fabián intrigado.
-No te apures, hijo, solo te estoy advirtiendo. Cuando te cases con Regina las acciones de su padre en la empresa pasarán a ser tuyas y en un futuro no muy lejano te convertirás en el presidente exclusivo de la misma. Así que toma conciencia, y asume tus responsabilidades, ningún trabajador tomará en cuenta un jefe que es incapaz de cumplir con su horario – responde Higinio pausadamente. Fabián asiente sin decir nada, sabía todo lo que su padre esperaba de él, era lo único para lo que éste se había dirigido a él. Nunca había tenido de su padre palabras de consuelo ni afecto paternal, solo férrea disciplina y largos sermones acerca de cómo convertirse en un hombre de provecho. – Hablando de Regina – continúa su padre - ¿qué tal te fue ayer con ella? – pregunta.
-Mal papá, mal – responde Fabián – se enojó porque dice que últimamente no le presto atención suficiente, ¿te puedes creer que me montó un espectáculo en el restauran delante de todo el mundo? – pregunta molesto.
-Esa muchacha siempre ha tenido mucho carácter. Eres tú quien debe aprender a dominarla – responde Higinio, padre e hijo comienzan a caminar hacia la puerta – las mujeres pueden llegar a ser muy problemáticas, pero las satisfacciones que pueden darnos compensan cualquier percance que puedan ocasionar – añade.
-Si tú lo dices… - dice Fabián no muy convencido. Los dos salen al porche.
-He pensado que quizás vaya siendo hora de fijar la fecha de vuestro matrimonio – dice Higinio. Fabián se detiene y lo mira sorprendido.
- ¿Matrimonio? ¿Tan pronto? – pregunta aturdido.
-Pues claro, ya llevan varios años de noviazgo, y sabías que la boda era algo inevitable – responde Higinio.
-Lo sé, lo sé… solo que no veo a Regina preparada para convertirse en mi esposa, ni a mí mismo me veo preparado – dice Fabián.
-Para el matrimonio nunca se llega a estar preparado del todo, hijo. Pero confío en que sepas llevar la situación – dice Higinio. – Ya se lo he comentado a Julio, así que solo falta que le hagas la proposición a Regina, podrías aprovechar la fiesta de esta noche para hacerlo… es tu deber – añade.
-Está bien papá, haré lo que me pides… le pediré matrimonio a Regina, y que sea lo que Dios quiera – dice Fabián con resignación.
MANSIÓN MONCADA
La criada le abrió la puerta de entrada a Saúl (Eduardo Sanramarina), quien entra apresurado en la casa. Todavía le temblaba el cuerpo de la rabia, que trataba de contener. No quería pagar con su familia su mal humor. Aspiró hondo, tratando de calmarse.
-¿Dónde está mi madre, Chela? – pregunta al fin. La sirvienta se dispone a contestar cuando Regina (Michelle Vargas) baja las escaleras corriendo para abrazarse a su hermano, que la alza en brazos. Olvidándose él en aquel momento de todos sus demonios.
-¡Saúl que bueno que viniste! – exclama emocionada abrazándose a él.
-¿Cómo está mi princesita? – pregunta él sonriendo.
-Estaría mejor si vinieras a vernos más a menudo – responde mirándolo ceñuda, al tiempo que le da un suave golpe en el hombro.
-Ya, no te enojes. Sabes que últimamente estoy muy ocupado con la constructora – se defiende Saúl.
-Está bien, aceptaré tus excusas, pero que sea la última vez – dice Regina. Mira a Chela – puede retirarse Chela – añade. La mujer asiente y se aleja sigilosamente.
-¿Dónde está mamá? Me llamó porque tenía algo urgente que decirme – dice Saúl preocupado.
-Ah, sí… se trata del abuelo – dice Regina. Saúl la mira extrañado.
-¿El abuelo? – pregunta.
-Sí, nos ha mandado llamar… al parecer quiere que viajemos a la hacienda cuanto antes – responde Regina.
-¿Con qué motivo si él ya nos apartó de su vida y nos desheredó? – pregunta Saúl intrigado. Regina se encoge de hombros.
-No lo sé, es todo un misterio. Aunque tanto mamá como yo creemos que quizás el pobre se esté muriendo – responde Regina apenada. Saúl la mira fijamente mientras que una especie de satisfacción comenzaba a inundarlo, si su abuelo los había llamado, probablemente se habría arrepentido de desheredarlos… en ese caso, seguramente lo nombrará a él heredero, y le legaría la hacienda que tanto anhelaba… no es que no sintiera pena por su abuelo, ya que en el pasado lo había querido mucho, pero ahora era distinto, lo había desterrado de su vida y lo único que podría interesarle de él era “La Poderosa ”.
Mauricio (Fernando Colunga) entra en su lujoso apartamento, se quita la chaqueta y la tira sobre el moderno sofá tapizado mientras comienza a desabrocharse los primeros botones de la camisa. Todavía no se acostumbraba a vestir con traje de chaqueta, él sería mucho más feliz con sus vaqueros y camisas ajustadas, pero ahora era un importante hombre de negocios y debía mostrar una imagen impecable. Se mesa el pelo mientras se acerca al mueble bar para servirse un trago, ya que lo necesitaba desesperadamente después de su encuentro con Saúl Montesinos. Se consideraba un hombre frío, capaz de mantener sus impulsos y emociones bajo control, pero le había costado sobremanera mantenerse inalterable ante ese patán. No comprendió cuanto lo odiaba hasta que lo tuvo enfrente de nuevo, nunca podría perdonar todo lo que pasó por su culpa y por la de su familia. Pero ahora él era un hombre poderoso, y había regresado con una única misión: destruir a los Montesinos como ellos lo hicieron con él en el pasado.
El sonido de su celular lo libró de sus pensamientos momentáneamente.
-¿Bueno? – Responde – ah, sí… ¿cómo estás Aura? – pregunta sin mucho entusiasmo.
MIAMI, FLORIDA
Una espectacular mujer camina contoneando sensualmente sus caderas por una de las más concurridas calles de Miami, viste de forma provocativa con un corto vestido de gran escote de color blanco, resaltando su bronceado. Varios hombres voltean para mirarla, mientras camina platicando por su celular.
-Ay pichurrín, ¿Qué cómo estoy? Echándote muchísimo de menos. ¿Cuándo regresas?
MÉXICO D.F.
Mauricio entra en su recamara platicando con el celular.
-Ya te dije mil veces que había regresado a México para quedarme, deberías aprender a escuchar cuando te hablan – dice él molesto sentándose sobre la cama.
MIAMI, FLORIDA
-Ay, pero no te enojes pichurrín… es que tengo muchas ganas de verte, además mi papito lindo ya tiene ganas de conocerte – dice ella (Mariana Seoane) con tono meloso.
MÉXICO D.F.
-Aura, entre tú y yo no hay nada serio… ¿por qué le platicaste a tu papá? – pregunta enojado mientras comienza a descalzarse.
MIAMI, FLORIDA
-Ay, pero yo te amo… ¿qué no me crees? Por ti sería capaz de combinar el rosa con el fucsia – dice con mimo.
MÉXICO D.F.
Mauricio resopla con cansancio. Definitivamente no había sido buena idea haber iniciado un romance con Aura, pero era una mujer demasiado hermosa y sensual como para resistirse; y ahora pagaba las consecuencias. Era raro el día que no lo llamaba, y le recordaba cuanto dis que lo amaba. Pero en el fondo, le había tomado cierto aprecio, después de todo, ella soportaba su mal humor estoicamente y aunque su conversación no fuera la más interesante, siempre estaba dispuesta a reconfortarlo.
-Aura… ahora tengo muchas cosas que hacer, mejor platicamos otro día, ¿Sí? – pregunta. Escucha con paciencia la despedida colmada de súplicas y palabras de amor de Aura antes de colgar, deja el celular a un lado y se tumba sobre la cama. Tenía que calcular sus movimientos con cautela, ya había dado los primeros pasos en sus planes de venganza y por ahora todo iba saliendo a pedir de boca, pero ahora todo seria más complicado puesto que Saúl ya estaba prevenido de su regreso y seguramente se andaría con mucho ojo.
Al anochecer
MANSIÓN PEÑALVER
Ya se hallaban en la mansión casi todos los invitados para festejar el aniversario de boda de los señores Peñalver, una adorable pareja muy apreciada en la alta sociedad mexicana. Eran dueños de la mayor empresa de importación de hidrocarburos de todo México y Horacio comenzaba a hacer sus pinitos en la política, ya que había sido elegido diputado del Congreso. Por lo mismo para muchos era muy importante mantener una buena relación con la familia, ya que gozaban de mucha influencia en el panorama social y político del país.
El matrimonio recibía a los invitados en el vestíbulo junto con su hija menor, Zoraida (Ingrid Martz), todavía soltera; que esperaba con ansia cualquier tipo de evento social para tratar de encontrar marido.
Saúl (Eduardo Santamarina) y Nereida (Bárbara Mori) entraron por la puerta, los dos impecablemente vestidos. Saúl con un elegante smokin que se ceñía a la perfección a su musculoso cuerpo, mientras que Nereida se había decantado por un diseño exclusivo que su marido le había regalado por su último cumpleaños que consistía en un vestido largo sin mangas de color champagne, ceñido hasta la cintura, para luego caer en forma de cascada hasta los pies, lucía una gargantilla de finas perlas a juego con los pendientes, mientras que el pelo lo llevaba recogido en un elegante moño. Se acercan al matrimonio para saludarlo galantemente.
Nereida no puede evitar sentirse incómoda al ver como Zoraida mira a su esposo, para pocos era un secreto el interés que mostraba la muchacha en Saúl, la muy descarada se la pasaba coqueteándole en las fiestas sociales sin importarle que su mujer estuviera delante. Pero Saúl parecía no darse cuenta de las intenciones de la muchacha, puesto que solo tenía ojos para su esposa, y eso lo sabía hasta la propia Zoraida.
-Te ves muy hermosa esta noche, Zoraida- le dice Saúl. Ella sonríe.
-Siempre tan galante, Saúl – dice ella coqueta – más tarde te busco para que me saques a bailar – añade.
-Esperaré el momento con ansias – dice él galantemente antes de darle un beso en la mano. Nereida lo agarra disimuladamente del brazo, pegándose a él.
-Mi amor, vamos a ver si ya llegaron tus padres – dice ella sin dejar de mostrar su mejor sonrisa.
-Oh, sí, me parece que llegaron hace un rato – interviene Horacio.
-Gracias – dice Saúl mientras se aleja con su esposa hacia el gran salón donde se hallaba la mayoría de los invitados.
-Ay que ver, esa muchacha es cada vez más descarada – dice Nereida molesta.
-Vamos, ¿no me digas que estás celosa? – pregunta Saúl sin poder ocultar su satisfacción.
-No, lo que estoy es indignada. Me parece una falta de respeto hacia mi persona – responde ella enojada. Saúl se detiene y se coloca enfrente a ella.
-No hagas caso, mi amor, sabes que yo solo tengo ojos para ti – dice él. Nereida sonríe levemente y él se acerca a ella para besarla. Mientras Zoraida observa la escena desde lo lejos sin poder ocultar su rabia.
Regina (Michelle Vargas) respiró hondo una vez fuera, había decidido salir al jardín para despejarse un rato. Necesitaba estar sola, para pensar en su futuro, al día siguiente partiría a “La Poderosa ” junto a su hermano y las cosas con Fabián no se habían arreglado, es más, ya ni siquiera sabía si quería arreglarlas. Su relación se había vuelto gris, monótona. Ya no sentía la misma emoción al verlo, ya no la hacía suspirar ni contaba las horas para verlo; es más en los últimos meses se la pasaba discutiendo con él. Cada vez que hablaba con su madre sobre el asunto, ella le decía que el amor era así, al principio era como un ciclón que te arrastraba y te hacía sentir mil emociones diversas, pero que luego la cosa se calmaba y daba paso al cariño, a la costumbre. Pero ella no se resignaba, ella quería vivir un amor como el de las novelas que leía por las noches, en la que los protagonistas sentían una verdadera pasión el uno por el otro que lejos de extinguirse, aumentaba día a día. Ella quería sentir lo que sentían las heroínas de sus libros cada vez que veían a su enamorado, ese hormigueo en el estómago, esa sensación de delirio y de irrealidad, esa pasión arrolladora que las llevaba a los brazos del ser amado a pesar de todos los obstáculos. Eso era lo que ella quería, ¿acaso era mucho pedir?
El sonido de unos pasos acercándose la aparta de sus pensamientos, voltea para saber de quien se trataba y vuelve la vista al frente defraudada.
-¿Qué quieres? – pregunta molesta.
-Quiero hablar con la mujer de mi vida, ¿es eso posible? – pregunta Fabián (Carlos Ponce) caminando hacia ella, con las manos hundidas en los bolsillos, hasta colocarse a su lado.
-Pues no la he visto por aquí, prueba a buscarla en el salón – responde ella con indiferencia.
-Regina – dice él agarrándola suavemente por el brazo para volverla hacia él – no puedes pasarte toda la vida enojada conmigo – añade. Ella lo mira alzando la ceja con curiosidad.
-Pruébame y verás – le dice desafiante.
-Está bien, lo siento – dice él.
-¿El qué sientes? – pregunta Regina con curiosidad.
-Siento haberte desatendido todo este tiempo, siento no haber entendido tu malestar – responde comenzando a acercarse a ella, hasta quedar separados por escasos centímetros, toma su cara entre las manos, mientras que ella lo mira expectante – y siento no haberte dicho más cuanto te amo – le da un beso en los labios – ni cuanto te deseo- vuelve a besarla – y que eres la mujer de mi vida – añade.
-¿Y cómo sé que todo lo que dices es cierto? – pregunta ella haciendo un puchero. Él sonríe.
-Esta noche te voy a demostrar cuan importante eres para mí – dice él antes de volver a cubrir los labios de ella con los suyos en un suave beso, ella se deja llevar y entreabre sus labios para dejar que él la explore a su antojo mientras le rodea el cuello con sus brazos. Fabián baja sus manos hasta rodearle la cintura y apretarla más hacia él mientras profundiza en el beso que se va volviendo más apasionado por momentos.
La pareja continúa con su apasionado beso ajena a los dos espectadores que los observaban desde la puerta del jardín.
-Ya sabía yo que Regina no tardaría en perdonarlo – dice Cecilia (María Sorté) emocionada.
-Son cosas de muchachos, yo estaba seguro de que pronto se arreglarían – dice Higinio (Humberto Zurrita) con satisfacción.
-Hacen tan linda pareja – dice Cecilia entusiasmada – no sabes las ganas que tengo de que se casen y me den nietos, ya que parece que Saúl y Nereida no están por la labor – añade con cierta tristeza.
-No te preocupes por eso. Voy a confesarte algo – dice Higinio. Cecilia lo mira intrigada – esta noche Fabián va a pedir a Regina en matrimonio frente a todos – añade.
-¿En serio? – pregunta Cecilia entusiasmada. Higinio asiente satisfecho. - ¡Qué emoción! No pensé que fuera tan pronto – añade emocionada.
-Para qué retrasar lo inevitable. Tengo que reconocer que Fabián no estaba muy por la labor, pero al fin logré convencerlo. Él sabe que es lo mejor para las familias y para la empresa – dice. Cecilia sonríe.
-Yo estoy segura de que mi hija no podría encontrar a nadie mejor que tu hijo – dice convencida.
-Te aseguro que no – afirma Higinio - ¿entramos? – pregunta ofreciéndole el brazo.
-Claro – responde Cecilia aceptándolo para entrar junto a él. Los dos entran en la abarrotada sala sin percatarse de que alguien estaba junto a la puerta, alguien que había escuchado toda su conversación.
-Así que lo mejor para las familias y para la empresa… - repite Camila (Ana Serradilla) sin poder ocultar su indignación – ¡menuda panda de hipócritas estirados!
Julio (Otto Sirgo) platicaba con Saúl (Eduardo Santamarina) frente a la mesa de bebidas, éste último lo escuchaba como ausente, mientras bebía una y otra vez de su copa. Julio se calla de pronto al notar que su hijo no le estaba prestando atención, molesto agarra su copa y la deja sobre la mesa.
-Pero, ¿qué haces? – pregunta Saúl molesto.
-Estoy cansado de hablar para el aire – responde Julio - ¿quieres decirme de una vez qué demonios te pasa? – pregunta.
-Estaba pensando en la constructora – responde Saúl.
-Si es por el proyecto del centro comercial, ya no te preocupes. Esas cosas pasan más a menudo de lo que crees – dice Julio.
-Lo que me preocupa no es el proyecto, sino lo que puede venir después – dice Saúl volviendo a agarrar su vaso para darle un trago. Mira a Julio y posa una mano sobre su hombro – pero ya no me hagas caso – añade. – Por cierto, probablemente en los próximos meses no pueda hacerme cargo de la vicepresidencia – añade.
-¿Tanto tiempo esperas pasar con tu abuelo? – pregunta Julio.
-No, precisamente. Si el abuelo se decidió a llamarnos a Regina y a mí, probablemente sea porque esté en las últimas… y si los cálculos no me fallan, muy pronto me convertiré en el nuevo dueño de La Poderosa – responde con satisfacción.
-He oído mucho hablar de esa hacienda, ¿de veras es tan magnífica como se dice? – pregunta Julio.
-Te aseguro Julio, que no hay palabras para describirla – responde Saúl – posee los parajes más hermosos, las tierras más fértiles y productivas – se ríe – estoy seguro que cualquiera de los aquí presentes matarían por tenerla – añade. Julio se ríe.
-Entonces, te felicito hijo – dice posando una mano sobre su hombro.
-No sabes cuanto tiempo he esperado este momento… - dice Saúl antes de beber un sorbo el contenido de la copa.
Regina (Michelle Vargas) y Fabián (Carlos Ponce) entran de la mano, sonrientes en la abarrotada sala. Camila (Ana Serradilla) se acerca a ellos.
-Hola – los saluda, mira a Fabián - ¿te importa si te la robo un segundito? – pregunta.
-No, adelante. Además yo tengo algo muy importante que hacer – responde Fabián guiñándole un ojo a Regina, le da un suave beso en los labios antes de perderse entre la gente. Regina lo observa alejarse sonriendo, mientras que el rostro de Camila refleja el desagrado que le causa. Regina mira a su amiga.
-Dime, ¿en qué puedo ayudarte? – pregunta Regina.
-Más bien soy yo la que te voy a ayudar a ti – responde Camila.
-¿Qué es lo que sucede? – pregunta Regina preocupada.
-Regis, sé que esto no te va a gustar nada de nada, pero yo como tu mejor amiga, me veo en la obligación de decírtelo – responde Camila.
-Ay, ya Camila habla, me tienes en ascuas – dice Regina intrigada.
-Esta noche Fabián va a pedirte que te cases con él – dice Camila.
-¿De veras? – pregunta Regina emocionada.
-Espérame, que todavía no he acabado – responde Camila- si te lo va a pedir, no es porque te quiera… es porque se lo mandó su papá, mi Regis todo esto no es más que una farsa, una maldita farsa por el bien de la empresa y las familias. Yo misma lo escuche cuando platicaban tu mamá y su papá – añade con pesar. Regina la mira sin poder dar crédito a lo que escucha mientras que de pronto comenzaba a ver todo de modo más claro. Todo comenzaba a encajar a la perfección.
-Atención, les ruego me permitan un momento – anuncia Fabián (Carlos Ponce), se ha subido al improvisado escenario donde se encontraba tocando la orquesta, que en ese momento había cesado de tocar. Todo el mundo se gira para mirarlo – quería aprovechar esta agradable reunión de amigos para hacer algo muy importante para mí – añade. – Me gustaría que mi adorada Regina, la mujer de mi vida, subiera aquí conmigo – añade. Todo el mundo se gira hacia donde se encuentra Regina, acompañada de Camila, sin saber qué hacer.
-No subas, mi Regis – le susurra Camila. Regina mira a su amiga por unos segundos y comienza a caminar hacia el escenario, ante la asustada mirada de su amiga, con la mejor de sus sonrisas.
Fabián le tiende la mano, que ella acepta encantada, para ayudarla a subir. Una vez arriba, él se arrodilla frente a ella, provocando una exclamación de regocijo entre los presentes. Cecilia (María Sorté) observa la escena emocionada, se agarra al brazo de su esposo (Otto Sirgo) y lo aprieta con cariño, éste por su parte no parece muy convencido de lo que está sucediendo.
Nereida (Bárbara Mori) se acerca a su esposo (Eduardo Santamarina) que observa la escena apoyado en una de las columnas situadas al fondo del gran salón, mientras toma una copa.
-Vaya, parece que a tu hermanita al fin se le hizo – dice ella con burla. Saúl la mira algo molesto.
-Estoy por asegurar que en estos momentos te estás muriendo de envidia – le replica sonriendo cínicamente. Nereida se cruza de brazos y le da la espalda, para continuar observando lo que sucedía sobre el escenario.
-Regina, sabes que eres lo mejor que me ha pasado en la vida… estos tres años junto a ti han sido los más maravillosos de mi vida – le dice. Se lleva la mano al bolsillo para sacar una pequeña cajita forrada de terciopelo rojo – por eso mismo, quiero preguntarte si me harías el inmenso honor… de ser mi esposa – añade abriendo la caja, para mostrarle un fabuloso anillo de compromiso. Regina lo mira por unos segundos sin decir nada, lo que comienza a poner nervioso a Fabián. Finalmente ella toma el anillo entre las manos ante la complaciente mirada de los invitados; lo mira unos segundos.
-Bonito anillo – dice complacida. Mira a Fabián – lástima que no me lo vaya a poner en la vida, porque nunca voy a casarme con un imbécil y un cobarde como tú Fabián Sotomayor, ¿me has oído bien? NUNCA – exclama alzando la voz antes de lanzarle el anillo provocando el desconcierto y la estupefacción general de los presentes. Fabián se queda paralizado, sin saber qué decir o qué hacer, mientras observa anonadado como ella baja del escenario y se va corriendo del lugar.
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