sábado, 18 de junio de 2011

CAPÍTULO 15

CAPÍTULO XV









-Y creo recordar que yo te dije que jamás te la vendería, antes prefiero que se la repartan los buitres – dice Regina (Michelle Vargas) alzando el mentón con orgullo. Tratando de mostrarse impasible ante su cercanía.
-No te preocupes por eso, ya no vas a vendérmela – dice Mauricio (Fernando Colunga) con rotundidad. Regina lo mira intrigada.
-Por supuesto que no – replica Regina.
-Vas a cedérmela en nuestro acuerdo de divorcio – sentencia Mauricio mirándola fijamente. Regina escucha sus palabras conmocionada, dando un paso atrás hasta que su cadera choca contra el escritorio.
-Si admites un consejo, será mejor que visites a un psiquiatra, quizás, con un buen tratamiento, estés a tiempo de recuperar la cordura – dice Regina todavía anonadada. Mauricio se ríe con desdén.
-Me temo que estoy mucho más cuerdo de lo que crees – dice Mauricio, apoya las manos en el escritorio, colocando una a cada lado de Regina, aprisionándola contra su cuerpo – en eso consiste mi nueva oferta por la hacienda, te casarás conmigo en régimen de gananciales y yo te solucionaré todos tus problemas económicos… y dentro de tres años, cuando cese la prohibición establecida en el testamento de tu abuelo, nos divorciaremos y en nuestro acuerdo de divorcio, yo me quedaré con la hacienda y a cambio tu recibirás la parte proporcional de mi fortuna que decidas, más intereses  – Mauricio habla con calma, sopesando toda y cada una de sus palabras, de manera que Regina pueda asimilar su nueva propuesta.
-Estás loco si crees que me voy a casar contigo, cretino – Regina habla con cierto nerviosismo.
-Ya creo que lo harás, si no quieres ver a tu hermano entre rejas – sentencia Mauricio. Regina la mira impactada, con cierto temor – para que te quede claro, lo único que puedes hacer para salvar a tu hermano es casarte conmigo y ceder a mis pretensiones, o lo tomas o lo dejas – añade con firmeza. Regina lo mira aterrada ante tal aberración, no podía ni quería imaginarse la posibilidad de verse casada con aquel hombre que le causaba sentimientos tan contradictorios.
-No… no puedes pedirme eso – tartamudea nerviosa, sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Claro que puedo hacerlo, es más ya lo he hecho… esa es la única condición para que olvide las pruebas que tengo contra tu hermano y no lo mande derechito a la cárcel – dice Mauricio con convicción.
-Definitivamente, te volviste loco – dice Regina encolerizada, empuja a Mauricio para tratar de alejarse de aquel lugar, pero él permanece impasible, pegándose más a ella hasta inmovilizarla completamente con su cuerpo. - ¡Apártate de mi o grito! – exclama alterada.
-Puedes gritar todo lo que quieras, nadie te va a ayudar… no olvides que aquí soy yo el amo y señor – dice Mauricio con burla. Regina lo mira furiosa.
-Eres un cretino, un desgraciado, un cínico, egoísta, manipulador… - comienza a insultarlo mientras le golpea el pecho con saña. Mauricio vuelve los ojos hacia arriba y suspira resignado, la agarra por las manos y la mira con diversión.
-Soy todo lo que tú quieras, pero te tengo en mis manos, eso es lo que importa – asevera él soltándole las manos.  – Además no creo que sea tan molesto para ti tenerme como esposo – comienza a acariciarle la cara sensualmente, acerca su rostro al suyo – podríamos pasarla muy bien – le susurra al oído. Regina se aparta abrumada.
-Nunca dejaré que me toques, cretino – replica ella furiosa.
-Mmmm, me parece que ya lo he hecho – dice Mauricio divertido. – Aquel día en mi despacho, y el otro en la laguna – añade divertido.
-Solamente fueron dos momentos de debilidad… una mujer también tiene necesidades, y aunque me fastidie reconocerlo, lo que tienes de cretino también lo tienes de atractivo – replica ella – pero eso no quiere decir que me gustes ni que vuelva a caer en tus redes – añade con firmeza.
-¿Y no piensas hacer ninguna excepción cuando me convierta en tu esposo? – pregunta él divertido.
-No pienso casarme contigo, además no me fío de ti… ¿cómo sé que, aunque acceda a tu petición, no vas a acusar a mi hermano de todas formas? – pregunta alzando las cejas con curiosidad.
-No te quedará otra que fiarte de mí… yo soy un hombre de palabra – dice él.
-¿Por qué me pides que me case contigo? Podrías obligarme a aceptar tu primera oferta… o hacerte con la hacienda por cualquier otro medio… ¿por qué casarnos? – pregunta ella intrigada.
-Pues porque mientras estés casada conmigo, puedo mantener bajo control todo lo que pase con la hacienda y así evitar que me engañes… además – dice mientras comienza a acariciarle la mejilla con la espalda de la mano – me gustas, me gustas mucho como mujer… quizás demasiado  – añade acercando sus labios a los suyos, sensualmente. Regina lo mira embriagada por la masculinidad que emanaba por cada uno de sus poros, aquel hombre tenía el poder de embrujarla, de convertirla en un muñeco a merced de sus instintos.  Mauricio le toma el rostro entre las manos – Para mí no sería ningún sacrificio hacerte mi esposa… y así  saciar este deseo enfermizo que siento cada vez que te tengo cerca – afirma rozando sus labios con los suyos.
-Mauricio – susurra Regina embriagada, posa su mano sobre las de Mauricio mirándolo fijamente, perdiéndose en su mirada.
-Di que sí, que vas a aceptar mi propuesta… sabes que no te queda otra salida – dice él. Las palabras de Mauricio hacen que Regina vuelva a la realidad, lo mira fríamente y se aparta, dolida.
-Si piensas que puedes manipularme a través de tu estúpido juego de seducción, estás muy equivocado – se aleja de él, mientras que Mauricio permanece en la misma postura, todavía recobrando la compostura y el control de sus emociones. Regina voltea para mirarlo furiosa. – Y no voy a aceptar tu propuesta ni loca, no me casaré contigo… no sé como voy a hacerle, pero no voy a acceder a tu chantaje – añade furiosa. Se acerca a la puerta, trata de abrirla, pero recuerda que está cerrada con llave. Mira a Mauricio fríamente – ya te ha quedado claro que no vas a conseguir de mi lo que quieres, así que abre la maldita puerta – añade. Mauricio voltea para dirigirse a la puerta, sacando la llave del bolsillo.
-Como te veo demasiado… digamos que alterada, voy a darte unos días para que te lo pienses mejor – dice mientras abre la puerta.
-No hay nada que pensar, no voy a cambiar mi respuesta – dice Regina con firmeza. Mauricio sonríe divertido.
-Estoy seguro de que sí, porque no tienes otra salida para evitar que Saúl vaya a la cárcel – dice Mauricio con calma. – En unos días iré a tu casa para arreglar todo lo referente a la boda, que será en dos semanas, a más tardar – añade. Regina se detiene a mirarlo antes de salir, visiblemente exasperada.
-¿Qué no entiendes español? Te he dicho que NO voy a casarme contigo – repite enojada.
-Por supuesto que lo harás – dice Mauricio con arrogancia. Regina lo mira furiosa antes de salir de la estancia, dando un sonoro portazo. Mauricio la observa salir sin decir nada, se esperaba aquella reacción, Regina no era de las que se rendían fácilmente, estaba seguro de ello, pero también lo estaba de que tarde o temprano terminaría por ceder ante sus pretensiones; por lo menos él no iba a detenerse hasta que así fuera.
Por el pasillo Regina se cruza con Aura quien se dirigía hacia el despacho, las dos mujeres se miran de arriba abajo, con visible incomodidad.

Aura (Mariana Seoane) entra apurada en el despacho, observa a Mauricio que en ese momento se disponía a tomar asiento frente al escritorio.
-¿Qué hacía aquí esa muchacha? – pregunta Aura molesta. Mauricio se acomoda lentamente y agarra una carpeta que comienza a revisar, antes de responder.
-Vino a tratar un asunto de suma importancia – responde con calma.
-¿Y de qué asunto se trata? Si se puede saber – Aura no podía evitar sentirse celosa por la presencia de aquella mujer en aquella casa, no sabía por qué cada vez que la veía cerca de Mauricio saltaban todas sus alarmas.
-No creo que sea de tu incumbencia, pero dado que de todas formas te vas a enterar te lo diré, ha venido a hablar de nuestro futuro enlace – responde Mauricio sin siquiera mirarla, fijando su vista en los documentos.
-¿Enlace? ¿Qué enlace? – pregunta Aura aturdida.
-El mío con la señorita que acaba de salir de aquí – responde con tranquilidad. Aura tiene que agarrarse al respaldo de la silla para no caer al suelo de la impresión… ella que llevaba casi un año de relación con Mauricio y no había conseguido siquiera formalizar su relación, y aquella muchachita en menos de dos semanas había conseguido una propuesta de matrimonio. No podía ser cierto, debía tratarse de una broma macabra.
-No puedes estar hablando en serio – dice aturdida.
-Por supuesto que sí – dice Mauricio, alza la mirada – yo no bromeo con estas cosas – añade con seguridad.
-Pero… pero, yo soy… soy
-Tú y yo no teníamos nada serio, te lo he repetido hasta el cansancio… nunca te prometí nada, y si te acogí en mi hacienda es porque no me quedó mas remedio – dice él con calma – además solo se trata de un matrimonio de conveniencia – asegura antes de volver la mirada a los documentos.
-¿Un matrimonio de conveniencia? – Pregunta ella indignada - ¿me tomas el pelo? Estamos en pleno siglo XXI,  no en el XIX, hoy en día no hay matrimonios de conveniencia – añade con seguridad. Mauricio se ríe socarronamente.
-Una de dos, o eres muy ingenua… o vives en un mundo a parte. Claro que siguen existiendo matrimonios de conveniencia, es de lo más común entre la gente de la alta sociedad a la que tu perteneces  – dice Mauricio divertido.
-Y, ¿por qué te casas con ella? – pregunta Aura tratando de serenarse.
-Por su hacienda – responde Mauricio.
-¿Por qué no se la compras? – pregunta Aura enojada.
-Pues porque hasta dentro de 3 años no puede vendérmela, y yo quiero asegurarme que seré yo su futuro dueño y no otro idiota cualquiera – responde Mauricio – no necesito que lo entiendas ni que me apoyes, la decisión está tomada y no hay vuelta atrás – añade él.
-¿Y que va a ser de mi? ¿Qué voy a hacer yo sin ti, pichurrín? – pregunta Aura llorosa, sentándose.
-Eso ya no es asunto mío, si quieres puedes quedarte aquí el tiempo que gustes, yo tengo pensado trasladarme a La Poderosa en cuanto me case – responde Mauricio con serenidad.


LA PODEROSA


Tomasito (Alejandro Felipe) se halla sentado en la mesa de la cocina, tratando de resolver la enrevesada tarea que le habían mandado en la escuela. Rufina (Carolina Gaitán) entra en ese momento cargada con una cesta de fruta que deja sobre el aparador, mirando al pequeño con curiosidad.
-¿Va todo bien Tomasito? – pregunta mientras comienza a colocar la fruta en el frutero.
-No, todo va mal… va peor que mal – responde el niño afligido, posando la mejilla sobre la mano, resoplando resignado. Rufina se acerca para sentarse a su lado.
-¿Qué es lo que pasa? – pregunta con ternura.
-No me salen las divisiones que me mandaron en la escuela – responde el niño afligido.
-Déjame ver, quizás pueda echarte una mano, yo era muy buena con las matemáticas – dice Rufina sonriendo.
-¿De veras? Gracias, yo solo me estaba volviendo loco – dice Tomasito aliviado. Rufina se ríe dulcemente y agarra el cuaderno.
-Trae para acá, vamos a ver que podemos hacer – dice comenzando a examinar la cuenta con atención. – Ven fíjate, no es tan complicado… yo te lo explico – le dice, el niño se acerca más a ella mientras escucha con atención las explicaciones de Rufina.
Juan (Fabián Robles) entra en la cocina en ese momento, observa la escena por unos segundos con el ceño fruncido.
-¿En qué andan ustedes dos? – pregunta secamente, acercándose a la mesa. Ambos voltean sorprendidos al no haberse percatado de su presencia.
-¡Vaya, papá, nos asustaste! – exclama Tomasito sorprendido.
-No te escuchamos llegar – dice Rufina tímidamente.
-¿Qué andan haciendo? – pregunta Juan arrebatándole a Rufina el cuaderno de las manos.
-Rufina bonita me está ayudando con mi tarea – responde Tomasito.
-¿Ayudando? ¿No será que la está haciendo por ti? – pregunta Juan mirándolo con la ceja arqueada.
-No, yo te juro que solo estaba explicando… - comienza a responder Rufina.
-Si no te importa, me gustaría que dejaras que mi hijo tratara de hacer su tarea solo, tiene que aprender a sacarse las castañas del fuego – dice Juan mirándola molesto.
-Pero, a veces los niños necesitan ayuda, no ocurre nada malo por prestársela – Rufina se incorpora para hacerle frente. Tomasito mira a los dos adultos sin entender como las cosas se habían vuelto tan peliagudas.
-¿Estás cuestionando la forma en la que estoy criando a mi hijo? – pregunta Juan enojado. Modesta (Ana Martín) entra en la cocina en ese momento, se detiene en la puerta, alertada, al contemplar la escena que se está desarrollando ante sus ojos.
-No estoy cuestionando nada, solo que… - comienza a responder Rufina.
-La verdad es que ni me interesa tu opinión, mi hijo puede hacer sus tareas solo, no necesita de tu ayuda – la interrumpe con hosquedad. Rufina lo mira dolida.
-Está bien, como guste el señor – dice tratando de simular su enojo antes de irse a toda prisa de la cocina, sin siquiera pararse para saludar a Modesta.
-¿Qué fue lo que pasó aquí mijo? – pregunta Modesta avanzando unos pasos, en dirección a Juan.
-Nada, abuela, solo que mi papá se enojó con Rufina por ayudarme con mi tarea – responde Tomasito mientras comenzaba a recoger sus utensilios, le quita a Juan de las manos en el cuaderno – eso no estuvo nada bien de tu parte papá – le reprende molesto antes de retirarse. Modesta observa a su nieto mientras se aleja, antes de volver a fijar su atención en su hijo, colocando los brazos en jarra.
-¿Es eso cierto? – pregunta molesta.
-No me gusta que esa mujer se acerque a mi hijo, no me causa confianza – responde Juan sulfurado, tomando asiento.
-¿Qué es lo que no te causa confianza exactamente? Por lo que a mí respecta, Rufina es una buena muchacha, trabajadora y educada – dice Modesta convencida.
-¿Qué sabemos en realidad de esa mujer, mamá? Nada, ni siquiera nos dijo de que hacienda viene… no me gusta tanto secretismo – replica Juan. Modesta se acerca a él con una tierna sonrisa, y apoya su mano sobre su hombro.
-Mijo, no todas las mujeres son iguales… no todas somos malas – le dice con dulzura. Juan la mira con cierta angustia, al recordar lo mal que lo había pasado por culpa de una mujer, y las heridas que su engaño habían dejado en su alma.
-Lo sé, mama… lo sé, pero aún así, Rufina oculta algo… hay algo en ella que no me gusta y no quiero que mi hijo se encariñe con ella – asegura Juan mirando hacia la nada.


MÉXICO D.F.


Malena (Tania Vázquez) se encuentra en su recamara, terminando de preparar su pesado equipaje. Mientras que su madre le repite una y otra vez las instrucciones que debe seguir para llegar a su destino.
-Recuerda, en el aeropuerto te estará esperando mi amiga de la infancia Carmina, para llevarte a la pensión de estudiantes y mostrarte la cuidad – repite Mercedes. Malena resopla resignada.
-Ya mamá, me lo has repetido hasta el cansancio – dice Malena, se incorpora y voltea para mirar a su madre – ya no soy una niña – añade.
-Lo sé, lo sé… - susurra la mujer abatida. Se acerca a su hija – es que se me hace muy duro saber que te vas a marchar – añade.
-Solo va a ser un año, mamá… recuerda que es bueno para mi carrera realizar ese máster en Madrid – dice Malena con paciencia, le acaricia el brazo para tranquilizarla.
-¿De veras no quieres que me vaya contigo? – pregunta la mujer esperanzada.
-No, mamá… no es necesario, además, ¿Qué harías tú allí sola, sin papá y sin tus amigas, reuniones sociales? – pregunta Malena – yo estaré bien – asegura.
-Mira bien y no te vayas a enamorar de ningún español, que en un año te quiero de vuelta, ¿ah? – le advierte señalándola con el dedo.
-No te preocupes por eso mamá, tengo muy claro para lo que me voy – replica Malena – y ahora déjame sola, voy a llamar a Regis y Cami para despedirme – añade.
-¿Y qué tanto tienes que contarle que no quieres que sepa? – pregunta Mercedes con desconfianza.
-Nada mamá, pero me gustaría hablar con mis amigas a solas… ya sabes, cosas de chicas – responde Malena agarrando el inalámbrico, mira a su madre con el ceño fruncido – vamos, ¿a qué esperas? – pregunta.
-Está bien, me voy… para que luego no digas que me entrometo en tu vida – responde Mercedes molesta saliendo de la recamara, cerrando la puerta tras de sí. Malena suspira aliviada mientras marca el número, lo cierto es que aquel año en Madrid, alejada de su familia le iba a venir muy bien para alejarse del yugo sobre protector de sus progenitores.
-¿Bueno, se encuentra Regina?... ah, vaya… ¿Y Camila? Sí, páseme con ella por favor – pide cordialmente.


LA PODEROSA


Regina (Michelle Vargas) entra en la sala principal abatida y cabizbaja, llevaba al menos una hora dando vueltas por la hacienda sin rumbo fijo, tratando de asumir los últimos acontecimientos en su vida. Había rechazado la propuesta de convertirse en la esposa de Mauricio, pero sabía que él no se iba a quedar tan tranquilo, volvería a intentar convencerla, y ella no tendría más remedio que aceptar a menos que ocurriera un milagro.
Se tumba sobre el sofá emitiendo un hondo suspiro ante la atenta mirada de Camila (Ana Serradilla), que en ese momento se hallaba hablando por teléfono.
-Fíjate no más Malena, acaba de llegar la desaparecida, ahorita mismo te la paso – dice Camila, le tiende el teléfono a Regina – es Malena, quiere despedirse, mañana parte para Madrid – añade. Regina agarra el teléfono desganada.
-Bueno, ¿Malena? … sí, he dado un largo paseo… ¿y tú como estás, ya tienes el equipaje preparado?... que bueno, que tengas muy buen viaje, y llama cuando llegues para ponernos al día, ¿de acuerdo?… Sí, yo también te voy a echar en falta… si… en otro momento te pongo al día con todo lo de la hacienda, no te preocupes… te cuidas, un beso – añade antes de colgar. Deja el teléfono inalámbrico sobre el sofá.
-Ya estás soltando todo lo que pasó con Mauricio Galván, que llevo dos horas comiéndome las uñas de la impaciencia – Camila se apura a sentarse a su lado, impaciente. Regina la mira abatida, sin saber por donde empezar.
-Mauricio me ha pedido que me case con él… - dice Regina. Camila emite un grito de sorpresa – bueno pedir, más bien me lo ha exigido – añade.
-Pero, ¿cómo así? ¿Y tú que le dijiste? – pregunta Camila impactada.
-Pues le he dicho que no me casaría con él ni loca… pero soy consciente de que si no lo hago utilizará las pruebas que tiene contra mi hermano para meterlo en la cárcel – responde Regina afligida, hunde el rostro entre las manos.
-¡Oh, mi Regis, ese hombre es un auténtico cretino! – exclama Camila pasándole un brazo por los hombros para acercarla a ella y abrazarla.
-¿Cómo voy a casarme con ese hombre, Cami? ¿Qué voy a decirle a mi familia? ¿Cómo voy a enfrentarlos? – pregunta Regina agobiada, al borde del llanto.
-Mi Regis no te dejes vencer, tienes que ser fuerte… tenemos que pensar en algo para que ese desgraciado no se salga con la suya – responde Camila – por ahora tienes que contárselo a tu hermano, quizás y podáis hacer algo para impedir que Galván utilice esas pruebas que dis que tiene contra tu hermano – añade con seguridad.


SAN LORENZO


Nereida (Bárbara Mori)  mira hacia su alrededor con visible interés, la sala estaba amueblada con muy buen gusto. No podía creer que se encontrara en aquel momento en aquel lugar, finalmente había hecho caso de los consejos de Rosario y había decidido hacerle frente al hombre que tanto había amado hacía tantos años, necesitaba platicar con él, tratar de interceder por su esposo, intentar convencerlo para que dejara el pasado atrás, y así evitar la guerra que se avecinaba.
Mauricio (Fernando Colunga) la observa atentamente desde el pasillo, sin hacerse notar. Por aquella mujer había perdido la cabeza años atrás, cuando todavía era un muchacho joven e inexperto, había cometido un error al fijarse en ella, un error que había pagado demasiado caro… pero aún así, todavía sentía una opresión en el pecho, cada vez que la veía, todavía poseía aquel poder sobre él; todavía tenía que tragarse las ganas de besarla y estrecharla entre sus brazos.
-¿Qué haces aquí? – se adelanta unos pasos, acercándose ella. Nereida voltea sorprendida.
-No te escuché llegar – responde con cierto nerviosismo.
-Acostumbro a ser muy sigiloso – dice Mauricio con burla. - ¿A qué has venido? – vuelve a preguntarle, ciertamente incómodo.
-Quería… necesitaba hablar contigo – responde Nereida.
-Tú y yo… – comienza a decir Mauricio.
-Sé lo que me vas a decir, que tú y yo no tenemos nada de que hablar – lo interrumpe ella – pero lo cierto es que sí tenemos mucho que decirnos… yo por lo menos así lo siento – añade con seguridad. Mauricio asiente no muy convencido.
-Está bien – dice mientras se acomoda en uno de los sillones, la mira – te escucho – añade.
-Mauricio yo quiero que sepas que lamento todo lo que ocurrió… me comporté como una cobarde… lo cierto es que estaba aterrada… fue algo impulsivo, no sabía lo que hacía - dice ella conmocionada – jamás he sido capaz de perdonarme a mí misma – añade.
-¿Y qué es lo que quieres que haga yo? – Pregunta Mauricio con desdén cruzando una pierna sobre la otra, con suma elegancia – si has venido a que te diga que todo está olvidado, que ya te perdoné… pierdes tu tiempo; no soy ningún santo ni alma de la caridad – añade con soberbia. – Además no creo que necesites mi perdón, después de todo, no te fue tan mal en la vida – añade con burla. Se acaricia la barbilla con aire pensativo – Saúl finalmente te perdonó y se casó contigo, ¿qué más quieres? – pregunta.
-Nada… solo quería tratar de decirte lo mucho que lo siento… aunque sea después de tanto tiempo  – dice ella con tristeza – además necesitaba platicar contigo sobre otro asunto – añade.
-¿Cuál? – pregunta Mauricio simulando desinterés.
-Saúl me contó que tienes pruebas que podrían llevarlo a la cárcel – responde Nereida.
-Vaya, veo que tu esposo y tú tenéis la suficiente confianza para contaros todo… ¿le contarás también acerca de esta visita? – pregunta él con cinismo.
-Mauricio, por favor… no hagas esto más difícil – dice ella suplicante.
-Está bien, pero por favor, vete al grano… no quiero perder más mi tiempo contigo – dice Mauricio incorporándose molesto.
-De acuerdo… solo quiero preguntarte, ¿Qué es lo que quieres a cambio de no acusar a mi marido? – pregunta ella con firmeza. Mauricio voltea para mirarla sorprendido por su pregunta. – Pídeme lo que quieras y yo lo haré – añade.


LA PODEROSA


Saúl (Eduardo Santamarina) desciende las escaleras, dirigiéndose a la entrada, llevaba casi dos horas encerrado en su recámara estudiando y preparando el proyecto de Acapulco, pero apenas había podido concentrarse sabiendo que en ese momento, su hermana estaba reunida con su peor enemigo. Y para más preocupación, Nereida había decidido salir a montar un rato y todavía no regresaba.
Sale al porche, deseoso de respirar aire puro, y se sorprende al ver  a Regina (Michelle Vargas) sentada en el viejo banco, mirando hacia la nada.
-Regina… volviste, ¿qué fue lo que pasó? ¿Qué te dijo ese mal nacido? – pregunta apurado, tomando asiento a su lado.
-Me hizo una nueva propuesta, me dijo que si la aceptaba, tú no irías a la cárcel – responde Regina afligida, sin siquiera mirarlo – Mauricio te tiene en sus manos, ha movido sus fichas con sumo  cuidado e inteligencia – añade abatida. Lo mira a los ojos – estamos a su merced – añade. Saúl le acaricia la cara mientras la mira con tristeza.
-Todo esto es culpa mía, princesita… y ahora tú estás pagando las consecuencias, no sabes cuanto lo lamento – dice él abatido. Regina la mira, respira hondamente por la nariz.
-¿Sabes qué fue lo que me pidió para no acusarte? – pregunta Regina.
-¿Qué? – pregunta Saúl con el alma en vilo.
-Que me casara con él… y le cediera la hacienda en nuestro acuerdo de divorcio, dentro de 3 años – responde Regina. Saúl se incorpora bruscamente, impactado y encolerizado.
-¡Maldito infeliz! – exclama fuera de sí, con los ojos inyectados en sangre. – Pero no se va a salir con la suya… no lo voy a permitir – añade furioso, mientras entra en la casona. Regina se incorpora para seguirlo alarmada.
-¿Qué es lo que vas a hacer? ¿A dónde vas? – pregunta preocupada. Saúl entra como un rayo en la sala y se dirige a la repisa donde hay varias armas expuestas, agarra una de las mismas.
-Voy a terminar con esto de una vez por todas, voy a matar a ese infeliz… en este mundo no hay sitio para los dos – responde Saúl fúrico ante la aterrada mirada de Regina, que ve como Saúl carga el arma.
-¡No, Saúl, por favor! – Regina grita desesperada mientras que Saúl se dirige hacia la puerta de nuevo. Ella corre detrás de él, tratando de alcanzarlo. - ¡No cometas ninguna locura! – exclama angustiada. Saúl se dirige hacia uno de los peones que guiaba a un caballo hacia las caballerizas después de ejercitarlo.
-Déme el caballo – le ordena Saúl enojado. El peón le tiende las riendas sin protestar. Regina alcanza a Saúl cuando este sube al caballo.
-Por favor Saúl, no vayas… - dice suplicante.
-Lo siento princesa, pero no voy a permitir que Mauricio Galván destruya nuestra vida – le dice antes de espolear al caballo para que salga a galope ante la angustiada mirada de Regina, quien mira al peón.
-Por favor, ensílleme un caballo – le pide.
-¿Está segura? – pregunta el peón indeciso.
-Por supuesto – responde ella con seguridad.

SAN LORENZO


Nereida (Bárbara Mori) da un paso al frente, para acercarse a Mauricio (Fernando Colunga), que todavía permanece aturdido.
-Dime Mauricio qué es lo que quieres – dice ella.
-Lo que yo quiero, no me lo puedes dar tú – dice él con dureza.
-Por favor Mauricio, deja el pasado atrás… ahora eres un hombre rico y poderoso, puedes llevar una vida cómoda, puedes tratar de enamorarte, tener una familia… - dice Nereida apenada - ¿por qué te empeñas en cobrar venganza por algo que sucedió hace demasiado tiempo?
-Porque es una promesa que me hice a mí mismo… vosotros destruisteis mi vida, yo era feliz con lo poco que tenía… pero por su culpa me lo arrebataron todo, perdí a mi padre, perdí mi trabajo, mi honor… tuve que huir con la cabeza gacha como un vulgar delincuente, cuando los verdaderos criminales fueron otros – relata, alzando la voz, enfurecido. – Y todo por poner los ojos en… - la mira con desprecio – en una mujerzuela como tú – añade. - ¿Crees que es justo? – le grita encolerizado. Nereida trata de contener las lágrimas que pugnan por brotar de sus ojos.
-Claro que no lo es… no lo es, Mauricio… pero no tiene caso vivir en el rencor, la venganza… son sentimientos que consumen… tú eras un buen muchacho, alegre, atento, honesto…
-Tú lo has dicho, era… ese muchacho murió en esta hacienda aquella maldita noche, ya no queda nada de él en este hombre que tienes frente a ti. Mi motor es la venganza, nada más tiene sentido para mí – dice con crudeza. Nereida lo mira llorosa, se acerca a él y extiende la mano para acariciarle la mejilla, con cierto temor. Mauricio cierra los ojos con fuerza al sentir el contacto de la mano de Nereida sobre su piel.
-¿Qué hicimos Mauricio? ¿Qué fue lo que hicimos para que Dios nos castigara con tanto sufrimiento? – pregunta ella conmovida.
-¡MAURICIO GALVÁN!- en ese momento escuchan un grito que proviene del exterior. -¡DA LA CARA COMO UN HOMBRE! – grita de nuevo alguien desde fuera. Nereida aparta la mano y mira a Mauricio aterrada.
-¡Es Saúl! – exclama aterrorizada. 

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