CAPÍTULO XVII
Regina (Michelle Vargas) hace grandes esfuerzos para concentrarse en los libros de cuentas que tenía sobre el escritorio, pero todos eran inútiles. No podía olvidar los sucesos de la noche anterior, además estaba extremadamente preocupada por su hermano, quien no había llegado a dormir.
En ese momento llaman a la puerta.
-Pásele – dice Regina fijando la atención en la puerta, que se abre dando paso a Nereida (Bárbara Mori).
-Modesta me dijo que querías verme – dice cerrando la puerta tras de sí. Regina se incorpora.
-Así es – dice mirándola con firmeza mientras se acerca para encararla.
-Y, ¿para qué soy buena? – pregunta Nereida.
-Para que te quites la careta de una vez por todas – responde Regina con dureza. Nereida la mira sorprendida – ya sé cual fue el verdadero motivo del odio entre mi hermano y Mauricio – se acerca más a ella – ya sé que te enredaste con Mauricio estando con mi hermano – añade indignada. Nereida la mira impactada, sin saber que responder.
-¿Co… cómo? – comienza a preguntar Nereida nerviosa.
-¿Cómo lo he sabido? – pregunta Regina enojada – ayer vi como huías de la hacienda de Mauricio cuando llegó mi hermano, y decidí seguirte… y justo cuando estaba a punto de entrar a tu recámara para preguntarte, escuché una interesante conversación entre tu nana y tú – añade alzando la voz. Nereida baja la mirada avergonzada y retrocede unos pasos, dándole la espalda. - ¿Qué? ¿No vas a decir nada? – pregunta Regina.
-Lamento que te hayas enterado de esta forma – responde, aspira aire con fuerza antes de volverse para mirarla de frente – pero algún día tenía que suceder, por mucho que tu hermano y yo quisiéramos dejar el pasado atrás, este está empeñado en perseguirnos – añade pesarosa. Regina se cruza de brazos mientras la mira irritada.
-Hay cosas que nunca pueden dejarse atrás, por mucho que se quiera… y mucho menos una traición tan… rastrera – dice Regina mirándola con desprecio. Sonríe con amargura – que bien fingías no saber nada cuando te preguntaba sobre los motivos por los que Mauricio se había ido de la hacienda, – añade decepcionada.
-No te voy a pedir que lo entiendas, ni voy a perder mi tiempo tratando de justificarme; quizás no hice bien en ocultarlo… pero tú no eres nadie para juzgarme – dice Nereida alzando el mentón con orgullo – no estoy orgullosa de lo que pasó, yo era demasiado joven y no medí las consecuencias, pero lo cierto es que me enamoré de Mauricio, sí, engañé a tu hermano… pero él ya me ha perdonado, aunque yo todavía no me haya perdonado a mi misma – añade con firmeza.
-No me interesa el estado de tu conciencia, solo quiero que me digas aquí y ahora todo lo que pasó – dice Regina – creo que merezco saber la verdad – añade. Las dos mujeres se mantienen la mirada desafiantes.
-Está bien, te contaré todo lo que sé – dice Nereida al fin, dirigiendo sus pasos hacia el escritorio, para sentarse sobre él, pensativa. Alza la mirada hacia Regina – cuando conocí a tu hermano era muy joven e inexperta, solo tenía 17 años y vivía con mi tía solterona y mi nana… tu apareció en mi vida como un príncipe; me enamoró con su encanto, su desenvoltura… y cuando me propuso viajar a la hacienda de su abuelo, no me lo pensé dos veces… accedí encantada, con la condición de que mi nana viajara conmigo, sin imaginar que aquí iba a encontrarme con el hombre que volvería mi mundo al revés… cuando conocí a Mauricio, sentí algo que nunca había sentido… bastaba con una sola mirada para encender mi cuerpo y mis sentidos… traté de no pensar en lo que aquel peón me hacía sentir, traté de no acercarme… pero algo superior a mi me lo impidió… no pude evitar buscarlo, y así descubrí que a él le pasaba lo mismo, él quiso alejarse de mí… trató de resistirse, pero yo lo buscaba y lo tentaba, hasta que al final cayó en la tentación – Nereida cierra los ojos y suspira con una mezcla de tristeza y añoranza al recordar aquella fatídica a la vez que romántica noche…
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Un joven Mauricio (Fernando Colunga) se halla en una de las caballerizas cepillando un pura sangre. Nereida (Bárbara Mori) entra sigilosamente, mirándolo con una coqueta sonrisa en los labios, lentamente se acerca a él. Se apoya en la valla mientras lo observa embelesada. Él se voltea y se sorprende al verla allí.
-No debería estar aquí, señorita – dice incómodo.
-¿Por qué? ¿A poco no te gusta verme? – pregunta ella coqueta.
-Sabe que no, pero no es prudente… - responde Mauricio volviendo a su tarea. Nereida abre la puerta de la caballeriza.
-¿Sabes qué? Ya me cansé de ser prudente – dice acercándose a él. Mauricio se irgue, tensándose incómodo, cuando ella entrelaza sus brazos alrededor de su cuello.
-Señorita, por favor – dice Mauricio agarrando los brazos de ella para alejarlos de él.
-No, no me pidas que me aleje… ¿crees que no lo he intentado? ¿Crees que no he tratado de apartar la mirada cada vez que pasabas cerca de mí, que no he tratado de evitar pensar en ti a cada segundo? – Pregunta ella volviéndolo a abrazar, mirándolo a los ojos – Mauricio, no sé que me pasa contigo que no puedo dejar de pensar en ti… y sé que a ti te pasa lo mismo – añade esperanzada. Con su mano, acaricia el labio inferior de él, que no puede dejar de mirarla embelesado, mientras se estremece ante su contacto.
-Esto no está bien… usted es la novia del patrón… y no solo eso, Saúl es como mi hermano… - dice él tratando de sacar fuerzas de coraje para no sucumbir.
-Es como tu hermano, pero no duda en tratarte con prepotencia cuando le conviene – replica ella molesta.
-Él es el patrón y yo un peón – dice Mauricio.
-Sí, tú eres un peón y el hombre que amo – dice ella antes de alzarse sobre las puntas de los pies para unir sus labios con los de Mauricio en un dulce beso, Mauricio trata de permanecer impasible al sentir los suaves labios de ella sobre los suyos, pero la tentación de su cuerpo y los sentimientos a duras penas reprimidos por tanto tiempo terminan por desbordarlo y la estrecha fuertemente contra su pecho al tiempo que responde al beso apasionadamente, invadiendo con destreza la boca de ella en un beso devastador. La alza entre sus brazos para conducirla hacia una de las caballerizas vacías, situados al fondo del lugar, para posarla sobre la tierna paja. Ella lo mira embriagada por el deseo mientras él se deshace de su camisa antes de reunirse con ella en el suelo, dando rienda suelta a su pasión...
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-Ya, os dejasteis llevar… ¿y qué más? – pregunta Regina molesta. Nereida la mira con frialdad.
-El día del entierro de tu padre; tu hermano nos descubrió en las caballerizas – responde Nereida incorporándose.
-Sí, recuerdo aquella noche… cuando mi madre me encerró en mi recamara – murmura Regina viajando atrás en el tiempo.
-Tu hermano montó en cólera… se hizo con un arma con la intención de matar a Mauricio – responde Nereida incorporándose. Regina aspiro hondo y miró hacia el techo, resignada. En otro momento no habría creído capaz a su hermano de cometer una locura en un arrebato de cólera, pero a esas alturas, ya no le extrañaba nada.
-¿Y quien lo detuvo? – pregunta Regina sin siquiera mirarla.
-El papá de Mauricio, Romualdo… no sé exactamente lo que pasó, pero el caso es que al día siguiente ni Mauricio ni su padre estaban en la hacienda, y por el pueblo comenzó a decirse que los habían botado por ladrones… fueron tachado de traidores por la gente del pueblo, y ahí comenzó la leyenda negra de los Galván – responde Nereida con tristeza.
-Y esa es la verdadera razón por la que Mauricio nos desprecia tanto… mi familia lo humilló, manchó su nombre y lo obligó a huir como un delincuente no solo a él sino a su padre también, que había dedicado toda su vida a esta hacienda… y solo por haber puesto los ojos en la novia del patrón – dice Regina, sonriendo con amargura, mira a Nereida decepcionada – sin embargo tú conseguiste que años después mi hermano te perdonara y ahora eres una respetada mujer casada – añade.
-Nadie ha dicho que la vida sea justa – dice Nereida incorporándose – puede que en el pasado cometiera un error, pero lo he pagado con creces, no espero que lo entiendas… pero tengo intención de pasarme la vida agradeciendo la suerte que tuve… - se detiene para mirarla con dureza – ahí tienes tu historia, ya sabes qué fue lo que pasó, espero y te sirva de algo – añade con desdén antes de abandonar la estancia. Regina se acaricia la cara exasperada, mientras comienza a caminar de un lado a otro de la estancia, tratando de poner en orden sus pensamientos. Ahora más que nunca estaba segura de que el verdadero motivo por el que Mauricio quería casarse con ella era, además de para conseguir la hacienda, lastimar a Saúl y Nereida, desquitarse porque probablemente estaba herido porque finalmente Nereida se había ido con él… lo que verdaderamente lo movía era el despecho.
Saúl (Eduardo Santamarina) desciende de la camioneta que lo había llevado a la hacienda, cierra la puerta y se apoya sobre la ventanilla para agradecerle al peón el viaje antes de encaminarse hacia la entrada. Todavía le dolía la cabeza, y la luz del sol dañaba sus ojos. En el porche se encuentra con Nereida (Bárbara Mori) que en ese momento salía apresurada de la casona, ella se detiene bruscamente al verlo.
-¡Saúl! ¿Dónde has estado? Me tenías preocupada – pregunta aliviada, acercándose a él.
-He estado por ahí… tratando de encontrar alguna solución a mis problemas – dice él simulando desinterés, sin siquiera mirarla.
-Sé que ayer fuiste a buscar a Mauricio… otra vez – dice ella con una mezcla de preocupación y tristeza.
-Sí, salí de aquí decidido a matarlo – dice Saúl. Nereida baja la mirada, abatida – pero he descubierto que ese no es la mejor manera de enfrentarlo…
-¿A qué te refieres? – pregunta Nereida intrigada.
-Que así solo consigo ponerme en evidencia delante de él, y que se vanaglorie de sí mismo por lograr sacarme de mis casillas – responde Saúl. – Pero ya no vamos a hablar más de ese imbécil – añade mirándola con curiosidad - ¿a dónde ibas? – pregunta.
-Yo… necesitaba tomar el aire, estaba preocupada por ti… y pensé que caminar por la hacienda me relajaría – responde Nereida. Saúl extiende su mano para acariciarle la mejilla con ternura.
-No debe ser nada fácil ser mi esposa… - dice pensativo.
-Tampoco es fácil ser mi esposo… estamos empatados – dice ella sonriendo levemente. Los dos se miran fijamente, con cariño, sin decir nada que pudiera estropear aquel momento de intimidad. En ese momento Modesta (Ana Martín) sale a su encuentro, desde la casona.
-¡Saúl, qué bueno que ya llegó! Nos tenía preocupados – exclama aliviada. – Justamente acaba de llamar su padrastro, me dijo que lo llamara urgentemente – añade. Saúl la mira intrigado.
-¿Te dijo de qué se trataba? – pregunta preocupado.
-No, pero se veía bien angustiado – responde Modesta.
-Será mejor que me comunique con él cuanto antes – dice Saúl, le da un suave beso en los labios a Nereida y se introduce en la casa apurado. Modesta mira a Nereida con cierta reprobación.
-¿Por qué me mira así? – pregunta Nereida.
-Porque el joven Saúl de veras lo ama con toda el alma, no se merece que usted vaya a sus espaldas a buscar al otro – responde Modesta.
-¿Cómo sabe…? No me diga, Regina ya le fue con el cuento – dice Nereida molesta.
-Se equivoca, muchacha… soy vieja, y solo me hizo falta verla partir ayer para saber a donde se dirigía – dice Modesta. Nereida se acerca a Modesta, visiblemente contrariada.
-Yo no soy como su niña Regina, no voy a permitir que una criada como usted se permita juzgar mis actos y meterse en mi vida, ¿entendió? Así que guárdese sus reclamos para otra – le exige enojada antes de bajar las escaleras y alejarse hacia las caballerizas, con paso acelerado.
Rufina (Carolina Gaitán) se halla en el pequeño gallinero, situado a cierta distancia de la casona, recogiendo los huevos que habían puesto la decena de gallinas que allí había. A lo lejos una vieja camioneta se detiene, mientras que el hombre que se halla en su interior mira a la muchacha complacido, había decidido inspeccionar la hacienda para así poder estudiarla a conciencia antes de cumplir el mandado que la noche pasada le habían encomendado.
-Así que aquí estás palomita, mira que cerca estabas no más… ¿Quién me iba a decir que podía matar dos pájaros de un tiro? – se pregunta complacido. - Mmmm estás más recula de lo que me habían contado – dice el Yuca (Alberto Salaberry) mirándola, relamiéndose los labios con lascivia. –Quizás pueda hacerte un favorcito antes de devolverte con tu patrón – añade y comienza a reírse para sí miso.
SAN LORENZO
Mauricio (Fernando Colunga) baja las escaleras del porche con una amplia sonrisa en sus labios, y se dirige al hombre que acababa de bajar de una de las camionetas.
-¡Miguel Ángel, hasta que llegas! – exclama Mauricio complacido abrazando al hombre efusivamente, quien responde con la misma emoción.
-¿A poco creías que te iba a dejar más tiempo solo para que cometieras más locuras de las que has cometido ya? – pregunta Miguel Ángel (Luís Roberto Guzmán) sonriendo.
-¡Oh, Miguel Ángel, que grata sorpresa! – exclama Aura (Mariana Seoane) desde el porche, acercándose a él con los brazos abiertos – ¡al fin alguien con un poco de juicio en esta casa! – exclama esperanzada. Miguel Ángel mira a Mauricio con las cejas arqueadas por la curiosidad, mientras Aura lo abraza. A su vez Mauricio lo mira con cierto reproche.
-Vaya, no esperaba encontrarte aquí a estas alturas – dice Miguel Ángel. Aura se abraza a Mauricio.
-Para que veas lo que es capaz de hacer una mujer enamorada – dice ella complacida, mientras que Mauricio vuelve su mirada al cielo, resignado.
-Creo que todavía no te agradecí lo suficiente que pusieras al tanto a Aura de mi destino, Miguel Ángel – dice Mauricio cínicamente, mirándolo con reproche.
-Ya sabes que Aura es demasiado insistente cuando quiere – dice Miguel Ángel mirando a Mauricio con cierto arrepentimiento.
-Me consta, créeme… en fin, no nos quedemos aquí fuera, ya he mandado que te acomoden una recamara… tenemos muchas cosas de que hablar, quiero que me pongas al tanto de cómo van mis negocios – dice Mauricio comenzando a caminar hacia la casona, seguido por Miguel Ángel y Aura.
Miguel Ángel (Luís Roberto Guzmán) observa el líquido ambarino que reposaba sobre la copa que sostenía en la mano, sentado cómodamente en uno de los sillones del despacho de Mauricio (Fernando Colunga), quien se encontraba de pie junto a la ventana, observando a lo lejos el trabajo de los peones.
-Y bien, ¿ya decidiste qué hacer con la información que te consiguió el licenciado Espinosa? – pregunta Miguel Ángel.
-Utilizarlo en mi beneficio, por supuesto – responde Mauricio con firmeza.
-¿Vas a presionar a la hermanita para que te entregue la hacienda a cambio de tu silencio? – pregunta divertido antes de beber un trago.
-No, algo mejor… voy a obligarla a que se case conmigo – responde Mauricio con la mirada fija en los campos. Miguel Ángel está a punto de atragantarse con el tequila al escuchar aquella revelación.
-¿Acaso te volviste loco o qué? – pregunta impactado. Mauricio voltea para mirarlo y sonríe con cinismo.
-No, te puedo asegurar que estoy muy cuerdo – responde con calma, tomando asiento frente al escritorio.
-Hermano, comprendo que odies a Saúl Montesinos y que estés dispuesto a todo con tal de hundirlo… pero esa muchacha no tiene culpa de lo que haya hecho su hermano, por mucho que sea ahora la dueña de la hacienda con la que estás tan obsesionado – dice Miguel Ángel.
-Regina es una pieza clave para lograr mis objetivos, casándome con ella mato dos pájaros de un tiro: me aseguro poder hacerme con la hacienda cuando venza la prohibición testamentaria y le doy a Saúl en lo que más le duele… a estas alturas no voy a dejarme llevar por sentimentalismos baratos. Ya le di la oportunidad a Regina de entregármela por las buenas, pero la muy terca se negó, ahora que pague las consecuencias – dice Mauricio abriendo una carpeta que tenía sobre el escritorio – estos son las memorias de las cuentas semestrales, ¿cierto? – pregunta simulando interés.
-Sí, ahí tienes el balance de pérdidas y ganancias de tus negocios – responde Miguel Ángel – pero no me cambies de tema – añade incorporándose. –porque me da la sensación de que aquí está ocurriendo algo que no me quieres decir… - añade. Mauricio cierra la carpeta y se acomoda contra el respaldo del sillón, juntando ambas manos.
-Ayer estuvo aquí la esposa de Saúl – dice Mauricio mirándolo sin mostrar ninguna reacción.
-¿Nereida Batista? – Pregunta Miguel Ángel intrigado, Mauricio asiente - ¿y qué quería?
-Vino a ofrecerme todo lo que quisiera de ella a cambio de no mandar a su marido a la cárcel – responde Mauricio acariciándose la barbilla con la espalda de la mano. Miguel Ángel se sienta sobre el escritorio al tiempo que ríe con cinismo.
-Mujeres, creen que pueden solucionarlo todo con su cuerpo – dice Miguel Ángel divertido, lo mira - ¿y tú que le respondiste? – pregunta con curiosidad. Mauricio se encoge de hombros.
-Le dije que ella no tenía nada que yo quisiera – dice Mauricio.
-¿Estás seguro? – Pregunta Miguel Ángel – porque todavía recuerdo la tremenda borrachera que pillaste cuando te enteraste de que, después de todo, se había casado con Saúl – añade. Mauricio lo fulmina con la mirada.
-Eso ya forma parte del pasado – replica incorporándose con brusquedad.
-Está bien – dice Miguel Ángel alzando las manos en señal de paz – no profundizaré más en el tema, pero prométeme vas a recapacitar sobre esa absurda idea que se te ha metido en la cabeza de casarte con la hermana de Saúl Montesinos – añade mirándolo conciliador.
-Es una decisión ya tomada, Miguel Ángel, además estoy seguro de que pronto accederá… así que no hay nada que pensar – dice Mauricio acercándose a la puerta – Ahora ¿qué te parece si recorremos la hacienda a caballo? Quiero que veas como ha crecido desde la última vez que estuviste aquí - añade.
-Está bien, demos un paseo a caballo, entonces – dice Miguel Ángel resignado, siguiendo a Mauricio hacia la salida.
Regina (Michelle Vargas) observa retorciéndose las manos, inquieta como Saúl (Eduardo Santamarina) termina de preparar su maleta.
-¿Tan mal están las cosas en la constructora? – pregunta preocupada.
-Han surgido algunos problemas con la licencia para la nueva urbanización de Acapulco – responde Saúl apurado, comenzando a cerrar la maleta.
-Y seguramente Mauricio está detrás de todo esto, ¿verdad? – pregunta Regina con tristeza. Saúl se detiene para mirarla.
-Regina, volveré en cuanto pueda… mientras tanto quiero que le des largas a Mauricio, que le pidas más tiempo para pensar en su propuesta… hasta que pensemos en un plan para contra atacarle – dice Saúl tomando su rostro entre las manos.
-¿Un plan para contra atacarle? – pregunta ella temerosa.
-Confía en mí… tú solo haz lo que te pido, ¿de acuerdo? – pregunta él tiernamente.
-Saúl por favor… no pienses en ninguna locura… yo, yo no quiero iniciar ninguna guerra - dice ella preocupada. Saúl sonríe al tiempo que niega con la cabeza.
-No te preocupes, esta vez voy a hacer las cosas bien – dice Saúl. Regina lo mira dudosa. – Te lo prometo… -añade.
-¿Y Nereida? – pregunta Regina.
-¿Qué pasa con ella? – pregunta Saúl.
-¿Se va contigo? – pregunta esperanzada.
- Todavía no he tenido tiempo de hablar con ella… pero supongo que querrá quedarse aquí, el médico de la bruja le ha recomendado que permanezca durante un tiempo en el campo y dudo mucho que logre hacerla cambiar de opinión… y sinceramente, no estoy para más pleitos – dice Saúl resignado.
-¿Lo crees prudente? – pregunta Regina.
-¿Por qué me preguntas eso? ¿Acaso ha pasado algo entre ustedes? – pregunta Saúl mirándola intrigado.
-No, pero el caso es que…- comienza a responder Regina, indecisa. En ese momento la puerta se abre súbitamente, dando paso a una inquieta Nereida (Bárbara Mori), que mira la maleta sobre la cama.
-¿Te vas? – pregunta preocupada.
-Sí, han surgido problemas con la constructora y Julio me pidió que regresara cuanto antes – responde Saúl, se dirige hacia la cama para agarrar la maleta. – Volveré en cuanto pueda, pero mientras confío en ustedes. En que sepan mantenerse alejadas de ese mal nacido de Galván. – añade. Ambas mujeres se miran incómodas, sin decir nada. Saúl se acerca a su esposa y la abraza.
-He decidido confiar en ti, Nereida… si no quieres tener problemas, no te acerques a Mauricio Galván… porque si lo haces, ten por seguro que me enteraré – le susurra al oído con cierto tono amenazante antes de darle un suave beso en los labios. Ella cierra los ojos y asiente levemente, incapaz de mirarlo de frente. Saúl vuelve su atención a Regina que se acerca a él para abrazarlo.
-Dile a mis papás que los quiero y los extraño – dice ella. Saúl le da un beso en el cabello.
-Lo haré – dice apartándose de ella – no hace falta que vengan conmigo, ya Juan me acompaña al aeródromo, cuídense – añade saliendo de la recamara, dejando a las dos mujeres solas.
-No le he contado a mi hermano que te vi ayer huyendo de la hacienda de Mauricio para evitar un nuevo enfrentamiento. Pero que te quede claro que ésta será la última vez que te encubra, Nereida… la próxima vez que te vea rondando a ese hombre no seré tan benevolente – dice Regina con firmeza, se dirige hacia la puerta.
-¿Por quién lo dices, por tu hermano… o por ti? – pregunta Nereida con malicia. Regina se detiene bruscamente, voltea con lentitud para mirarla con frialdad. - ¿No será que la verdadera razón por la que te molesta que Mauricio y yo tuviéramos algo en el pasado es que tienes miedo de que él no me haya olvidado? – pregunta. Regina sonríe con cinismo mientras se acerca unos pasos.
-Te voy a dejar una cosa muy clara Nereida, no me importa lo que Mauricio y tú hagan con su vida, lo único que me interesa es que mi hermano no vuelva a salir dañado por culpa de tu desvergüenza – dice Regina mirándola con altanería – y ahora si me disculpas, tengo muchas cosas que hacer – añade antes de retirarse de la estancia.
-Estúpida – murmura Nereida molesta. Cerró los ojos y sacudió levemente la cabeza. Saúl había decido irse solo, y dejarla allí por segunda vez en las últimas semanas. No podía dejar de sentir cierto alivio. Así no se sentiría atemorizada si alguna vez volvía a cruzarse con Mauricio. Pero lo que la turbaba era que Saúl le dijera que si se iba a enterar si ella se acercaba a él. Observa la puerta por la que segundos antes había salido su cuñada. ¿Podría ser que Saúl había encargado a su hermana que la vigilara?
MÉXICO D.F.
Fernando (José María Torre) se haya acomodando su nuevo despacho en la constructora Molina, llaman a la puerta.
-Pásele – dice el joven.
-¿Molesto? – pregunta Mireia (Adriana Lavat) entrando en el despacho.
-Por supuesto que no – responde Fernando – pásale y ayúdame a elegir donde pongo estos dichosos adornos que me regaló mi mamá para el despacho – añade sacando de la caja dos elegantes figuras de escritorio.
-Claro, a ver, ¿qué tal si colocas una aquí? – Pregunta colocando una en una esquina del escritorio - y otra acá en esta librería – añade colocándola en la misma.
-Sí, así está bien, gracias – responde Fernando. - ¿Todavía no regresa el licenciado Molina? – pregunta sacando varias carpetas de la caja.
-No, al parecer tenía un importante almuerzo de trabajo para arreglar no sé que asunto sobre las nuevas urbanizaciones de Acapulco – responde Mireia.
-¿Hay algún problema con esos proyectos? – pregunta Fernando preocupado.
-No… no, ninguno – responde Mireia, se acerca a él – pero aquí entre nos, las últimas reuniones que el jefe mantiene con gente influyente es para tratar de paralizar el nuevo proyecto de la constructora Moncada – añade.
-¿Cómo así? ¿Pero eso no es competencia desleal? – pregunta Fernando sorprendido. Mireia se encoge de hombros. - ¿Qué es lo que le pasa al licenciado con esa constructora para tratar de hundirle todos los proyectos?
-Al licenciado Molina, nada… es su nuevo socio el que parece tener algo en contra de ellos, y como es él el que pone el dinero, al licenciado no le queda más remedio que bailarle el agua – responde Mireia. Fernando se encoge de hombros.
-Bueno, mientras a mi me paguen mi salario, no me importa la política de la empresa para conseguir los nuevos proyectos – dice Fernando acomodándose en su sillón, frente al escritorio. Mireia se encoge de hombros.
-En fin, ya me regreso a mi escritorio… si necesitas algo, ya sabes donde estoy – dice la joven mirándolo ensimismada, mientras que Fernando guarda las carpetas en los cajones del escritorio sin siquiera mirarla. Aquel muchacho le había gustado desde el primer día en que lo vio, pero él parecía no tener ese mismo interés en ella, resignada sale del despacho sin hacer demasiado ruido, dejando a Fernando solo.
Al anochecer…
El Yuca (Alberto Salaberry) observa desde su camioneta como poco a poco los peones de la hacienda se van retirando hacia sus hogares después de terminar su dura jornada laboral. Estaba estacionado en una zona arbolada, tras unos grandes matorrales, que impedían ser descubierto en su escondite. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer, las órdenes había sido muy claras en ese aspecto y él no tenía intención de fallarle a alguien tan poderoso.
Lentamente desciende del carro y se dirige al maletero para sacar los utensilios necesarios para llevar a cabo su mandado.
Regina (Michelle Vargas) se haya en el comedor junto con Camila (Ana Serradilla) y Fabián (Carlos Ponce) terminando de cenar. Nereida se había acostado hace rato alegando dolor de cabeza.
Regina permanecía como ausente, sumida en sus pensamientos, no podía dejar de darle vueltas a la revelación de Nereida.
-Regina, ¿va todo bien? – pregunta Camila al fin, visiblemente preocupada. Regina deja sobre el plato el cubierto.
-Sí… solo que he descubierto algo que… - comienza a decir.
-¡Niña Regina, niña Regina! – Modesta (Ana Martín) entra en el comedor alterada.
-¿Qué ocurre? – pregunta Regina incorporándose alarmada.
-Niña, los huertos… están ardiendo – exclama la mujer al borde de un colapso.
-¿Qué? No puede ser – exclama Regina aterrada antes de salir corriendo del comedor.
-¡Regina, espera! – exclama Fabián saliendo tras ella. Mientras Camila se acerca a Modesta, que respira entrecortadamente.
-Ya, cálmese Modesta… trate de respirar – le dice agarrándola por la mano, obligándola a sentarse. Agarra un vaso de agua y se lo ofrece. – No se preocupe, todo va a salir bien – dice tratando de conciliadora, pero no puede evitar mirar hacia la puerta por donde se habían ido Regina y Fabián con preocupación.
SAN LORENZO
Mauricio (Fernando Colunga) y Miguel Ángel (Luís Roberto Guzmán) disfrutan de un momento de relax sentados cómodamente en sendas hamacas en el porche de la casa, mientras disfrutan de un trago de tequila, observando el paisaje iluminado por la luna.
-Has hecho un gran trabajo con esta hacienda… no parece la misma que compre en tu nombre tres años atrás – dice Miguel Ángel admirado.
-El mérito no es mío, sino de los peones que la trabajan – dice Mauricio antes de beber un trago.
-Pero a los peones quien los dirige y guía eres tú… si mal no recuerdo fuiste tú quien los instruyó en las nuevas técnicas de cultivo, y el que se encargó de estudiar el mercado de reses y caballos pura sangre – dice Miguel Ángel.
-Me gusta hacer las cosas bien… y no dejar nada al azar – dice Mauricio con calma.
-¿Por eso estás decidido a casarte con Regina Montesinos? – pregunta Miguel Ángel con cinismo. Mauricio lo mira con reproche. – No te enojes, hermano… pero sigo pensando que es una tremenda insensatez por tu parte… además la pobre muchacha no tiene culpa de lo que hicieron su hermano y su abuelo- añade inclinándose hacia delante.
-Regina saldrá más beneficiada casándose conmigo que haciéndose cargo de la hacienda, con todos esos buitres acechándola para que abandone – replica Mauricio con convicción.
-Aún así… podrías obligarle a aceptar tu primera oferta, saldría igualmente beneficiada sin necesidad de levantar toda esta farsa – dice Miguel Ángel.
-No me fío de Saúl Montesinos… estoy seguro de que en estos tres años tramaría alguna argucia para invalidar el contrato – dice Mauricio – sin embargo, si me convierto en el esposo de su hermana, se lo pensará dos veces antes de tratar de perjudicarme – añade.
-Vas a usar a Regina como un arma contra su hermano, ¿cierto? Solo buscas hacer daño Mauricio sin importarte el daño que le puedas causar a una pobre muchacha inocente – le dice Miguel Ángel con preocupación. Mauricio lo mira fríamente sin decir nada, apurando el trago hasta vaciar el contenido de su vaso en su garganta.
-A veces, para conseguir lo que se quiere, no queda más remedio que aceptar ciertos… daños colaterales – dice con frialdad. Miguel Ángel niega con la cabeza, disgustado, antes de volver a acomodarse en su hamaca. De pronto los dos hombres observan como una intensa humareda comienza a encapotar el cielo.
-¿Qué es eso? – pregunta Miguel Ángel preocupado.
-Parece que algo está ardiendo – responde Mauricio con la misma preocupación, incorporándose.
-¡Patrón, patrón! – exclama Fercho (Jorge Poza) acercándose a ellos corriendo.
-¿Qué sucede Fercho? ¿De dónde viene ese humo? – pregunta Mauricio.
-De La Poderosa patrón… los campos están ardiendo – responde Fercho apurado.
Los peones trabajaban sin descanso, cargando cubos de agua para tratar de sofocar las llamas, desesperados al ver como su trabajo y su esperanza de vida se consumía entre las llamas. Regina (Michelle Vargas) llega hasta el lugar con la respiración entrecortada por el esfuerzo. Se detiene observando con los ojos llorosos los campos de cultivo asolados por las llamas. Fabián (Carlos Ponce) llega a su encuentro, también apurado, observa el rostro angustiado de Regina, y posa sus manos sobre los hombros de la joven, en señal de apoyo.
-Todo lo que habíamos logrado… todo… se ha destruido – dice Regina conmocionada, se vuelve levemente para mirarlo – toda esperanza de recuperación se consume con este maldito fuego – añade furiosa. Fabián le acaricia la cara.
-Saldremos adelante… ya lo verás – le dice convencido.
-Pero, ¿cómo? – pregunta ella al borde del llanto.
-Encontraremos el modo, te lo prometo – responde él. Regina aprieta los labios, tratando de contener el llanto, es consciente de que en ese momento no podía dejarse vencer por la desesperanza, ella era la patrona y tenía que mostrar entereza ante sus empleados. Asiente al fin, tratando de parecer fuerte.
-Voy a ver si puedo ayudar en algo, tú mejor regrésate para la casa y encárgate de que Modesta y Rosario preparen agua y alimentos para los peones, los van a necesitar – dice Fabián. Regina lo mira dudosa.
-Está bien… pero, ten cuidado y asegúrate de que los muchachos también lo tengan… no quiero que haya más desgracias por esta noche – dice Regina. Fabián sonríe, emocionado por su preocupación. Le toma el rostro entre las manos.
-Te prometo que regresaré a tu lado, sano y salvo – le dice tiernamente antes de unir sus labios a los de ella en un tierno beso. La mira intensamente antes de alejarse hacia donde se encontraban los peones, tratando de sofocar las llamas. Regina se abraza a sí misma mientras observa el desolador paisaje. Había algo dentro de ella que le impedía abandonar aquello sin luchar, ella era la patrona y como tal tenía que actuar y luchar contra las llamas.
-¡El fuego está llegando a las caballerizas! – alcanza a escuchar Regina.
Angustiada, comienza a correr hacia el lugar, decidida a no quedarse de brazos cruzados mientras su hacienda se consumía entre las llamas.
El fuego había llegado hasta las caballerizas, y los caballos comenzaban a alzarse sobre sus patas traseras, desesperados ante la cercanía de las llamas. Todavía los peones no habían llegado al lugar, ya que el fuego se había extendido con rapidez, y eran muy pocos peones para tanto fuego… así que Regina es la primera en llegar. Desesperada y sin apenas pensar, se introduce en las caballerizas cubriéndose la boca con una mano, para evitar respirar el espeso humo, mientras que con la otra comienza a abrir los cajones de los caballos para que puedan huir de las llamas.
Al abrir la última de las caballerizas, el caballo sale violentamente del cajón golpeando en su huída a Regina quien cae al suelo, golpeándose fuertemente la cabeza, quedando inconsciente mientras que las llamas comienzan a invadir el lugar.
(Banner cortesía de Nefertiti)
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