sábado, 18 de junio de 2011

CAPÍTULO 16

CAPÍTULO XVI









-¡MAURICIO GALVÁN!- en ese momento escuchan un grito que proviene del exterior. -¡DA LA CARA COMO UN HOMBRE! – grita de nuevo alguien desde fuera. Nereida aparta la mano y mira a Mauricio aterrada.
-¡Es Saúl! – exclama aterrorizada. Mauricio mira hacia la puerta en el momento que entra Fercho (Jorge Poza) azorado.
-Patrón, lo buscan – dice nervioso – es el señor Montesinos, y esta vez… trae un arma – añade apurado.
-¡No puede verme aquí! – Exclama Nereida aterrada – Si me ve aquí es capaz de matarnos a los dos – añade comenzando a temblar del pánico que la idea le creaba. Mauricio la mira fríamente, parecía ni siquiera ablandarse al verla en ese estado próximo al colapso.
-No lo dudo – replica con calma. – Aunque por lo que veo, viene dispuesto a  hacer correr sangre – añade colocándose la camisa sin aparentar el más mínimo signo de nerviosismo. Nereida lo mira atónita.
-¿Y lo dices así, con esa calma? ¿Pero es que no tienes sangre en las venas? – pregunta fuera de sí. Mauricio la mira con una cínica sonrisa en los labios, antes de volver su atención a su capataz.
-Fercho, saca a la señora por la puerta de atrás y asegúrate que salga de estas tierras sin que el loco que tenemos gritando a la puerta la vea – le ordena Mauricio a Fecho con tranquilidad.
-Pero patrón… - comienza a replicar el hombre con preocupación.
-Haz lo que te digo – dice Mauricio sin perder la calma. Mira a Nereida – y la única persona que puede impedir que Saúl vaya derechito a la cárcel, es Regina, no tú. Tú has perdido toda influencia que pudieras tener sobre mí hace mucho tiempo.  – añade y sonríe maliciosamente antes de dirigirse a la puerta principal dispuesto a hacerle frente a Saúl.
Nereida lo observa marcharse sin decir nada, con los ojos aguados en lágrimas. Lágrimas que no quería que por ningún motivo se derramaran por su rostro. No quería mostrar ningún signo de debilidad ante Mauricio.
-Señorita, acompáñeme, por favor – le dice Fercho. Ella lo mira y se dispone a seguirlo, sin decir nada.


MÉXICO D.F.


Macarena (Lucía Méndez) se estira la falda y se retoca el peinado antes de llamar a la puerta de su jefe, se sentía ridícula al tratar de mejorar su aspecto para presentarse ante él; pero era algo que no podía evitar, sentía la necesidad de verse lo mejor posible para que él la viera bonita, sentía que estaba regresando a sus quince años, y lo peor era que parecía que su chambelán se había olvidado de su existencia.
-Pásele – escucha la profunda voz de Higinio (Humberto Zurita) al otro lado. Abre la puerta mientras que en la otra agarra la carpeta con los bocetos en los que había trabajado toda la tarde.
-Disculpe si le molesto, pero quería mostrarle los últimos bocetos para la campaña del nuevo carro – dice Macarena.
-Por supuesto, enséñemelos – dice Higinio recostándose sobre el sillón. Macarena cierra la puerta y se acerca para dejar la carpeta sobre la mesa.
-He pensado que podríamos apelar a la sencillez y eficacia de la gama de coches y a lo innovador de la carrocería, podríamos mostrarlo como el carro ideal para la gente joven y la no tan joven, pero que se siente así – dice Macarena mientras Higinio comienza a mirar los bocetos con interés.
-Me agrada la idea, preséntela mañana en la junta… - dice Higinio dejando de nuevo los bocetos sobre la mesa. Alza la mirada - ¿Algo más? – pregunta con frialdad. Macarena lo mira cortada por su falta de interés. No entendía a aquel hombre, los primeros días parecía encantado con ella, y ahora la trataba como a una apestada. En silencio recoge los bocetos.
-No, nada más – se dirige hacia la puerta dolida, pero antes de abrirla se voltea para mirarlo – disculpe si resulto indiscreta, pero, ¿le sucede algo conmigo? ¿acaso he hecho algo que lo haya molestado? – pregunta. Higinio la mira sorprendido por su sinceridad.
-No, por supuesto que no. ¿Por qué lo pregunta? – pregunta Higinio.
-Digamos que he notado que en los últimos días su trato se ha vuelto más frío y distante y no entiendo el por qué – responde Macarena.
-Creo que le ofrezco el trato normal entre jefe y empleada, ¿acaso esperaba otra cosa de mí? – pregunta Higinio incómodo. Macarena baja la mirada y toma aire.
-Lo cierto es que sí… no voy a andarme con rodeos porque ya tengo suficiente edad como para andarme con jueguitos y tonterías, así que prefiero ir directa al grano… juraría que cuando nos conocimos ambos nos sentimos atraídos, y a decir verdad, era la primera vez en mucho tiempo que me sentía así por un hombre… pero de un día para el otro su trato cambio, y se muestra esquivo, como si mi presencia le incomodase – responde ella con calma. Higinio la mira con cierto nerviosismo, sin saber que decir. Hacía mucho tiempo que una mujer no mostraba interés hacia él tan abiertamente.
-La verdad… no sé que decir – dice Higinio indeciso. Macarena se acerca al escritorio para sentarse frente a él.
-¿Por qué no prueba a decirme la verdad? – pregunta ella mirándolo fijamente. Higinio suelta aire con resignación.
-Lo cierto es que pensé que usted estaba interesada en mí, hasta que la vi con aquel muchacho – responde Higinio tratando de ocultar su azoramiento.
-¿Muchacho? ¿Cuál muchacho? – pregunta Macarena intrigada.
-De veras no me interesa lo que tenga usted con ese joven, no soy nadie para reprocharle… pero lo cierto es que me molestó verla abrazada, coqueteándole junto al ascensor – responde Higinio con la mirada gacha, avergonzado. Alza la mirada sorprendido al escuchar la sonora carcajada de Macarena. - ¿Se puede saber de qué se ríe? – pregunta molesto.
-Me río porque me parece muy gracioso… que usted haya confundido a mi hijo con un pretendiente – responde Macarena entre carcajadas.
-¿Su hijo? – Pregunta él aturdido – pero, se ve muy joven para tener un hijo tan mayor… - añade.
-Lo tuve con 20 años… - dice Macarena mientras se seca las lágrimas que le había provocado la risa. Comienza a serenarse – Fernando es mi mayor orgullo, es un muchacho muy atento y cariñoso conmigo… de ahí la confusión – añade.
-¿Y su papá? – pregunta Higinio. De pronto ve el rostro tenso de Macarena.
-Soy madre soltera, su papá fue un canalla que me abandonó a mi suerte cuando más lo necesitaba – responde ella incómoda.
-Lo lamento, de veras… ¡Soy un tonto caray! – exclama indignado.
-No, no se preocupe… pero ya mejor, hablémonos de tú, ¿no? – pregunta ella sonriendo.
-Por supuesto, para que veas que estoy realmente arrepentido, te invito a cenar, ¿cómo la ves? – pregunta Higinio.
-Mmmm, tendré que preguntarle a mi joven y apuesto pretendiente, a ver que opina – bromea ella, ambos se ríen- no, en serio, me encantaría – añade ella complacida.
-Paso por tu despacho en una hora, ¿Qué te parece? – pregunta Higinio. Macarena se incorpora.
-Allí te espero – responde Macarena, se dirige hacia la puerta y la abre – nos vemos – añade y se va cerrando la puerta tras de sí. Higinio se recuesta sobre el sillón y no puede evitar emitir un hondo suspiro de satisfacción.


SAN LORENZO

Saúl (Eduardo Santamarina) espera furioso, mientras camina de un lado a otro como un león enjaulado; con el arma en la mano. Varios peones  comenzaban a acercarse, alertados por los gritos, sin que ninguno se atreva a desarmarlo. Hasta que al fin Mauricio sale de la casona, caminando lentamente, pero firme, mirándolo desafiante.
-Vaya, veo que has decidido hacer lo que mejor sabes – dice Mauricio con burla. Saúl se acerca a él y lo apunta con un arma.
-No trates de hacerte el gracioso conmigo, Mauricio… no estoy dispuesto a dejar que le hagas daño a mi familia – grita Saúl fuera de sí.
-Vosotros fuisteis los que empezasteis todo esto – replica Mauricio con calma – yo solo he venido a poner a cada uno en su lugar – añade.
-No voy a dejar que Regina se sacrifique por mi culpa, antes prefiero ir a la cárcel… sí, pero llevándote a ti por delante – dice Saúl con convicción. Varios peones se acercan a él dispuestos a derribarlo.
-NO, dejadlo… - grita Mauricio alzando la mano – no es más que un desequilibrado,  no disparará ese arma porque sabe que esta vez no es un pobre peón al que tiene en el punto de mira, sino un hombre  poderoso y con recursos   – añade. Se acerca más a él, caminando despreocupado, como si Saúl no tuviera el arma. Provocando la rabia del hombre, que veía como aquel maldito parecía burlarse de él.  – Ya no soy un pobre diablo, esta vez no podrás quedar impune – añade agarra el morro de la escopeta y la apoya contra su pecho. – Dispara si tienes agallas – lo reta.

Regina (Michelle Vargas) logra detener el caballo con tiento, el camino había sido bastante complicado, hacía mucho que no montaba y se notaba la falta de práctica. Además le dolía el trasero horrores después de la cabalgada. Gracias a Dios Antonio le había ensillado una yegua dócil y no habría tenido grandes problemas para dominarla, sino seguramente habría terminado en el suelo. Observa desde lejos, con terror en sus ojos, la escena que se desarrolla en la entrada de la casona; Saúl apunta con la escopeta a Mauricio quien la ha agarrado por el borde colocándola sobre su pecho. Definitivamente aquel hombre se había vuelto completamente loco, al igual que su hermano.
Todavía estaba lo suficientemente lejos para que nadie se percatara de su presencia. Parecía que se repetía la misma historia que días atrás, pero esta vez era diferente, su hermano llevaba un arma y estaba dispuesto a matar a Mauricio y era algo que ella no estaba dispuesta a permitir. Se dispone a aproximarse, cuando observa a lo lejos una mujer que galopa a gran velocidad, que parecía salir de la parte trasera de la casona. Agudiza la vista para tratar de ver de quien se trataba.
-¿Nereida? – se pregunta aturdida cuando descubre la identidad de la mujer que se alejaba del lugar a gran velocidad.

Saúl (Eduardo Santamarina) y Mauricio (Fernando Colunga) se miran a los ojos con furia, desafiantes. El odio entre ellos podía palparse en el ambiente. Eran como dos fieras a punto de saltar sobre su rival para luchar por el dominio del lugar. Finalmente después de emitir un grito animal,  Saúl baja el arma.
-Acabaré contigo, te juro que encontraré la forma de apartarte de mi camino para siempre – escupe las palabras con odio.
-Y mientras la encuentras, yo me convertiré en el esposo de tu hermana y nuevo dueño de La Poderosa, así como la ves. Porque a pesar de todo,  la muy inocente te adora tanto, que cree que mereces su sacrificio  – dice Mauricio con burla.

Regina observa aliviada como Saúl baja el arma, parecía haber recuperado la cordura, y no era necesaria su intervención.
Intrigada, decide seguir a la mujer que huía de allí a toda velocidad, necesitaba saber cual era el motivo que había llevado a Nereida a aquel lugar.

-Deja a mi hermana fuera de todo esto, es entre tú y yo – dice Saúl furioso.
-Me temo que va a ser imposible…ella tiene algo que quiero, además… no te voy a negar que tu hermana se ha convertido en una mujer muy hermosa… y me encanta – replica Mauricio con desdén, mirándolo burlonamente; con intención de provocarlo. Saúl emite una especie de grito animal antes de abalanzarse sobre él hecho una furia. Los dos hombres vuelven a enzarzarse en una ardua pelea, con puños y patadas, rodando por el suelo. Fercho sale en ese momento por la puerta principal, respira resignado antes de dirigirse hacia los dos hombres.
-Vamos, ayúdenme a separarlos – grita a los demás peones que se acercan para tratar de separarlos, Fercho y otros dos peones agarran a Mauricio mientras que otros tres, agarran a Saúl, que trata de abalanzarse sobre Mauricio.
-¡Maldito desgraciado, voy a destruirte… haré que te arrodilles ante mis pies, llorando clemencia, mal nacido! – le grita encolerizado, casi llorando de la rabia. Mauricio por su parte, permanece impasible, le dedica la más cínica de sus sonrisas.
-Te estaré esperando – dice con calma, mira a sus peones para que lo suelten y se coloca la camisa. – Bien, aseguraos de que este hombre se vaya sin formar escándalo – añade con soberbia antes de entrar en la casona, tranquilamente.


MÉXICO D.F.


Cecilia (María Sorté) y Julio (Otto Sirgo) entran en el concurrido salón social en el que se festejaba la fusión empresarial de dos conocidas empresas, a la que habían sido cortésmente invitados.
-¿Higinio no va a venir? – pregunta Cecilia mirando hacia ambos lados con curiosidad.
-No, me llamó antes de salir, dijo que tenía una cena importante – responde Julio al tiempo que saludaba con una inclinación de cabeza y una cordial sonrisa a los caballeros que asimismo lo saludaban.
-¿Una cena importante? – Pregunta Cecilia intrigada - ¿Qué clase de cena?
-Pues no me dio muchos detalles, pero por lo entusiasmado que parecía por teléfono, sospecho que se trata de una mujer – responde Julio complacido.  Cecilia carraspea incómoda.
-Que raro, él no me comentó nada de una cita – murmura tratando de ocultar su malestar.
-¿Por qué habría de comentártelo? – pregunta Julio, deteniéndose frente a ella.
-Pues porque somos amigos, ¿por qué más? – pregunta Cecilia incómoda. En ese momento Zoraida (Ingrid Martz) se acerca  la pareja.
-Señor y señora Moncada, ¡qué gusto verlos! – exclama acercándose para darle dos besos en las mejillas.
-Zoraida, ¡qué gusto! ¡Qué linda te ves! – exclama Cecilia sonriendo.
-Si me disculpan, voy a platicar con tu papá Zoraida – se disculpa Julio.
-Por supuesto, vaya no más – dice Zoraida, las dos mujeres observan como Julio se aleja. Zoraida entrelaza su brazo con el de Cecilia y comienzan a caminar hacia la terraza – y cuéntame, ¿ha habido alguna noticia de Saúl? – pregunta con interés.
-Ha decidido viajar a la dichosa hacienda de su hermana para arreglar unos asuntos – responde Cecilia.
-¿Y por casualidad su esposa está con él? – pregunta Zoraida con curiosidad. Cecilia suspira con resignación.
-Sí, están los dos juntos – responde con pesar.
-Ay Cecilia, no sabes la rabia que me da que tu hijo todavía siga con esa mujerzuela que no se lo merece – dice Zoraida molesta. Cecilia posa su mano sobre la de Zoraida y la aprieta con cariño.
-Todavía sigues enamorada de mi hijo, ¿cierto? – pregunta con dulzura. Zoraida se detiene y la mita con pesar.
-¿Cómo no estarlo? Si estoy convencida de que Saúl es el hombre de mi vida – responde Zoraida – pero él parece hechizado por su esposa, si a leguas se ve que ella no lo ama como se merece – añade enojada.
-Lo sé… ¿y crees que no he intentado miles de veces hacerlo entrar en razón? – Pregunta Cecilia con cansancio – pero mi hijo es un terco y hace tiempo que decidí darme por vencida con él – añade. – No sabes lo que daría por verlo al lado de una mujer como tú… bella, de buena familia, respetuosa y educada… que lo ama con todo el alma, como él se merece – dice acariciándole la cara. Zoraida sonríe tímidamente.
-Yo jamás me daré por vencida, Cecilia… yo sé que tarde o temprano Saúl se va a cansar de tener a su lado a una mujer que no le trae más que quebraderos de cabeza – dice Zoraida esperanzada.
-Sabes que cuentas con mi apoyo, Zoraida… - dice Cecilia, las dos mujeres intercambian miradas de complicidad.


LA PODEROSA


Nereida (Bárbara Mori) entra en su recámara apurada, cierra la puerta y se recarga sobre ella, todavía conmocionada. Había galopado a gran velocidad en el camino de regreso, con el corazón en un puño por el miedo a ser descubierta. Se lleva la mano al pecho mientras aspira aire profundamente, tratando de normalizar su respiración. Alguien llama a la puerta.
-Niña, la he visto llegar, ¿puedo pasar? – escucha la voz de Rosario (Angelina Peláez) al otro lado de la puerta. Nereida se aparta para abrirle la puerta a su nana. -¡Niña! ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué le dijo ese hombre? – pregunta la anciana entrando en la estancia apurada. Nereida cierra la puerta y toma entre las suyas las manos de su nana.
-Nana, no debí de hacerte caso… Saúl… Saúl llegó a la hacienda cuando estaba platicando con Mauricio – responde Nereida apurada. Rosario la mira impactada.
-¿Y la vio? – pregunta con el alma en vilo.
-No, no… gracias a Dios salí por la parte trasera de la casona sin que me viera – responde Nereida, suspira – Ay nana, tenías que ver con qué frialdad me trató, tenía la mirada impávida, distante… - añade apenada – me detesta nana, me detesta – añade al borde de las lágrimas. Rosario le acaricia la cara.
-No se deje llevar por las apariencias niña, ese hombre está demasiado herido… dolido, perdió mucho por culpa de esta familia a la que ahora perteneces, el rencor lo ciega… y solo tú puedes hacerlo entrar en razón – dice Rosario.
-Nana, yo lo único que quería es vivir en paz; yo ya me resignara a vivir para siempre al lado de Saúl, quería intercedes por él para que no fuera a la cárcel… - dice Nereida desesperada, se aparta de su nana y se lleva las manos a la cabeza – pero al tenerlo de nuevo frente a mí, tan cerca pero tan lejos… al tocarlo… mi corazón comenzó a latir a toda prisa, recordando todos los momentos que vivimos… nuestros encuentros furtivos… me di cuenta de que todavía lo amo, nana… lo amo – añade alzando la voz, mientras comienza a dejarse caer, rompiendo en llano, abrazada a sí misma. Se arrodilla en el suelo, sumida en la más honda desesperación. Rosario se agacha para abrazarla con fuerza, Nereida recuesta la cabeza contra el pecho de su nana.

Mientras al otro lado de la puerta, Regina (Michelle Vargas) se recuesta contra la pared impresionada, había alcanzado a escuchar parte de la conversación que se desarrollaba dentro. Aturdida trata de regularizar su respiración, había escuchado lo suficiente para saber que el verdadero motivo del inicio de la enemistad entre Mauricio y su hermano: Nereida.


SAN LORENZO


Aura (Mariana Seoane) desciende del carro del que se había apropiado una hora antes para viajar al pueblo de compras y así tratar de aplacar esa rabia y desolación que se había instalado en su pecho cuando se enteró de la espantosa noticia de que su Mauricio pretendía casarse con aquella muchachita. Pero no le había servido de mucho, ya que la tienda se hallaba cerrada, además en aquel pueblo no había ninguna boutique donde encontrar ropa de los más reconocidos y prestigiosos diseñadores, que era lo único que podía aliviarla cuando se encontraba enojada o furiosa. Comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia, y el cielo estaba oscuro, anunciando tormenta. Por lo que se apresura a entrar en la casona. Necesitaba concentrarse y tratar de encontrar la manera de evitar aquella boda a como fuera lugar. Llama a la puerta principal, y al cabo de escaso tiempo le abre la puerta Gertrudis.
-¿Por qué han cerrado la puerta con seguro? – pregunta Aura molesta metiéndose en la casona.
-Lo lamento señorita, pero teníamos miedo que el loco regresara de nuevo – responde Gertrudis (Mariana Ríos) al tiempo que vuelve a cerrar la puerta con el cerrojo.
-¿De qué loco hablas? – pregunta Aura intrigada.
-Del señor Montesinos, el que vino a golpear al patrón hace unos días – responde Gertrudis.
-¿Volvió? – pregunta preocupada.
-Sí, señorita, pero eso no es lo peor… la cuestión es que traía un arma para matar al patrón – responde Gertrudis. Aura se lleva la mano a la boca, angustiada.
-¿Vino a matar a mi pichurrín? – pregunta alarmada.
-Sí, pero no se apure… al final solo volvieron a darse de golpes – responde Gertrudis.
-¡Pero qué clase de bestias habitan en este maldito pueblucho! Desde que llegó aquí mi pichurrín ya no es la misma persona… ¿qué es lo que les dan aquí de comer? – Pregunta ella enojada, mira a Gertrudis y la señala amenazante – Tiene que ser por tu comida, ya decía yo que tanta salsa grasosa no podía ser buena -  añade molesta.
-Oigame señorita, nunca nadie se quejó de mi comida… y aquí los machos así arreglan sus cosas, a puro golpe… si no le gusta como son aquí las cosas, agarre sus maletas y váyase por viento fresco  - dice Gertrudis enojada, la mira de arriba abajo con desdén – echarle la culpa a mi comida… habrá se visto… - murmura mientras se aleja en dirección a la cocina. Aura coloca las manos sobre las caderas, indignada.
-¡Oh, maldita criada estúpida! – exclama. Decidida se recoloca el vestido y se dispone a subir las escaleras, tenía que hablar con Mauricio, saber que es lo que se traía con aquel Montesinos.

Mauricio (Fernando Colunga) se saca la camisa y la lanza violentamente sobre la cama, se mesa los cabellos desesperado, maldiciéndose así mismo por haber sucumbido por unos segundos ante el encanto de Nereida, si no fueran interrumpidos en aquel momento por Saúl, sería capaz de estrecharla entre sus brazos y saciar sus sed de ella. Después de casi 14 años, tenerla delante había reavivado la llama del deseo.
La puerta se abre en ese momento y Aura entra en la habitación, Mauricio voltea disgustado ante tal intromisión.
-¿No te enseñaron a llamar antes de entrar? – pregunta molesto.
-Ya estoy harta de que me trates como una tonta… aquí está pasando algo grave y quiero saber el qué – responde Aura cruzándose de brazos. – Quiero saber por qué hay un hombre desequilibrado que se presenta en esta hacienda, para golpear a mi novio cada dos por tres – añade molesta.
-No es asunto tuyo… además te tengo dicho más de mil veces que no soy tu novio – dice Mauricio exasperado.
-¡Pero pichurrín, sabes que no habrá nadie que te quiera y que se preocupe más por ti que yo! – se acerca a él y lo agarra por el brazo – te amo, he soportado tu mal humor, tus plantones, he sabido estar para ti sin hacer preguntas, sin reclamos… todo solo a cambio de migajas de tu cariño… yo te amo, y sé que tarde o temprano tú te darás cuenta de que no estarás con nadie mejor que conmigo – le acaricia la cara – por favor, déjame entrar en tu alma… abre tu corazón para mi – añade conmocionada, tratando de abrir alguna pequeña brecha en el duro caparazón que cubría el corazón de Mauricio. Él la mira fastidiado.
-Por favor, no estoy de humor para aguantar una de tus escenitas… así que si haces el favor de dejarme solo… – dice tratando de mantener la calma, al tiempo que señala la puerta.
-No, de aquí no me muevo hasta que me cuentes la verdad – dice Aura enojada. Mauricio se acerca a ella para encararla.
-¿Cuál verdad según tú, tendría que contarte? – pregunta burlonamente.
-La razón por la cual ese hombre te odia tanto y porque quieres casarte con su hermana – responde Aura molesta.
-Eso no es de tu incumbencia – dice él enojado, la agarra bruscamente por el brazo, empujándola hacia la puerta.
-Ay, pichurrín, ¡me estás lastimando! – exclama ella disgustada. Mauricio abre la puerta y la empuja hacia fuera. Pero Mauricio hace caso omiso a sus protestas y cierra la puerta en sus narices, mientras ella permanece en el otro lado chillando como una histérica, exigiendo el respeto que se merece.

MÉXICO D.F.

Higinio (Humberto Zurita)  estaciona el carro frente al portal de Macarena (Lucía Méndez).
-Ya llegamos – dice Higinio. Macarena sonríe tímidamente antes de mirarlo; se sentía como una colegiala en su primera cita.
-He pasado una velada maravillosa, Higinio – dice ella apoyándose contra el asiento, volviendo su cara hacia Higinio – gracias por todo – añade complacida.
-No me las merezco, es más, tendría yo que darte las gracias por aceptar cenar conmigo después de cómo te traté por mi absurdo error – dice Higinio.
-Ya está olvidado- dice Macarena sonriendo. Ambos se quedan callados por unos instantes, incómodos, sin saber que decir. – En fin, será mejor que me vaya… y de nuevo gracias por esta noche – dice finalmente Macarena.
-Macarena, yo me preguntaba…. – comienza a decir Higinio dudoso.
-Adelante – dice Macarena intrigada.
-Yo quisiera saber si podría darte un beso de buenas noches – dice Higinio al fin. Macarena lo escucha sorprendida, tratando de contener la risa, sin acertar a responder. - ¿Te ocurre algo? – pregunta él incómodo. De pronto Macarena no puede evitar reír a carcajadas antes la aturdida mirada de Higinio.
-Discúlpame… no… no te vayas a enojar… es solo que… nunca un hombre me había pedido un beso – dice ella entre risas.
-Bueno, lamento que te haga tanta gracia – dice Higinio molesto colocándose la chaqueta. Macarena lo mira divertida.
-Pero me encantaría que lo hicieras – responde ya serena, mirándolo intensamente. Higinio la mira sorprendido.
-¿En serio? – pregunta él. Macarena al verlo tan tímido, decide hacerse con el control de la situación así que toma el rostro de él entre las manos y acerca sus labios a los suyos hasta unirlos en un tierno beso.


LAS GAVIOTAS

La tormenta había hecho su aparición al fin, los rayos caían con fuerza cegadora para chocar con la tierra fértil, mientras que la lluvia comenzaba a caer con fuerza. Amadora se aparta de la ventana inquieta y corre hacia la sala donde sabía que se encontraba su patrón, disfrutando de su mejor tequila, como todas las noches a aquellas horas.
-¡Patrón! – exclama Amadora tratando de recobrar el aire.
-¿Qué pasa ahora? – pregunta Ícaro (Roberto Ballesteros) con fastidio.
-Hay un hombre frente a la casona – responde Amadora inquieta, apretando entre las manos el mandil. Ícaro se irgue para mirarla intrigado.
-¿Un hombre? – pregunta.
-Sí, acaba de llegar a lomos de un caballo y se ha parado frente a la puerta… ¿y si es un bandido? – pregunta asustada.
-¡No digas tonterías, mujer! – Exclama él incorporándose – ningún bandido sería lo suficientemente estúpido como para venir a hacer de las suyas a esta hacienda, y mucho menos solo – añade fastidiado. Encamina sus pasos hacia la entrada, con la intención de descubrir la misteriosa identidad de aquel hombre que se había apostado a las puertas de su casa en aquella noche de tormenta. Amadora lo sigue temerosa.
La sorpresa asoma en el rostro de Ícaro cuando al abrir la puerta principal, reconoce al hombre que se halla parado frente a la puerta, completamente mojado, con la mirada perdida, tratando de mantenerse erguido, apoyándose en la columna del pórtico.
-¿¡Saúl?! – exclama sorprendido. Saúl alza la mirada.
-Lamento presentarme de esta manera… - dice Saúl (Eduardo Santamarina) con dificultad, llevaba horas bebiendo en la cantina, tratando de calmar su rabia y frustración pero solo había conseguido emborracharse, sin hallar ninguna solución a su problema. – Pero necesito tu ayuda – añade. Ícaro se adelanta unos pasos.
-¿En qué puedo ayudarte? – pregunta Ícaro intrigado.
-A destruir de una vez por todas a nuestro enemigo común… quiero que Mauricio Galván se arrepienta hasta de haber nacido – responde Saúl con toda la solemnidad que le permite su estado de embriaguez. Ícaro lo mira sorprendido a la vez que complacido.
-Por supuesto, sabes que puedes contar conmigo Saúl… pero antes me gustaría conocer toda la historia que encierra la partida de Mauricio Galván de estas tierras – añade convencido.
-Por… supuesto – dice Saúl.
-Entremos entonces, esta noche será mejor que te quedes aquí… no estás en condiciones de regresar a La poderosa – dice Ícaro, se acerca a él para ayudarlo a entrar en la casona, mientras una pérfida sonrisa se dibuja en sus labios al saber que si jugaba bien sus cartas, contaría con el apoyo absoluto de Saúl Montesinos para lograr sus planes.


Al día siguiente…


LA PODEROSA


Regina (Michelle Vargas) hace grandes esfuerzos para concentrarse en los libros de cuentas que tenía sobre el escritorio, pero todos eran inútiles. No podía olvidar los sucesos de la noche anterior, además estaba extremadamente preocupada por su hermano, quien no había llegado a dormir.
En ese momento llaman a la puerta.
-Pásele – dice Regina fijando la atención en la puerta, que se abre dando paso a Nereida (Bárbara Mori).
-Modesta me dijo que querías verme – dice cerrando la puerta tras de sí. Regina se incorpora.
-Así es – dice mirándola con firmeza mientras se acerca para encararla.
-Y, ¿para qué soy buena? – pregunta Nereida.
-Para que te quites la careta de una vez por todas – responde Regina con dureza. Nereida la mira sorprendida – ya sé cual fue el verdadero motivo del odio entre mi hermano y Mauricio – se acerca más a ella – sé que te enredaste con Mauricio estando con mi hermano – añade indignada. Nereida la mira impactada, sin saber que responder. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario